Matthew Henry.
Editorial Peregrino, 2017, 353 pp.
En la portada se indica que es una “nueva versión íntegra y fiel de la obra original”. ¿A qué viene esta aclaración? En el prólogo a esta versión se explican los motivos. Los editores tienen sus razones para creer que la edición que hizo CLIE en un volumen, no era fiel al original y la de Editorial Vida es una versión condensada. En cuanto a la primera, traducida, es un decir, por el Dr. Lacueva, fue una versión reinterpretada en la que el traductor hizo gala de traditore, pues no se contentó en cambiar muchos comentarios originales para poner los suyos, sino también intercalar comentarios que modificaban la teología del autor convirtiéndolo en dispensacionalista, cuando era calvinista (puritano). Lo que más nos llamó la atención de la edición de CLIE fue la extraordinaria capacidad visionaria de Henry, porque en uno de los comentarios cita a ¡Ernesto Trenchard! que vivió tres siglos después del autor. Debido a las críticas que generó la adaptación de Lacueva, CLIE cambió la autoría y pasó a llamarse Henry-Lacueva. Como los editores de esta nueva traducción entendieron que era una lástima que el público hispano se viera privado del genuino comentario de Henry, han hecho un esfuerzo y van publicando por tomos con este formato los libros que según su tamaño pueden ser dos como en este caso o uno solo si es muy extenso. Spurgeon dice del autor: “es de lo más piadoso y expresivo, sano y sensato, sugerente y sobrio, escueto y fiable”.
Matthew Henry fue el segundo hijo de Philip y Katrine Henry. Nació prematuramente en la granja familiar de su madre. Su padre era ministro de la iglesia de Inglaterra que fue expulsado en virtud de la Ley de uniformidad de 1662, el mismo año del nacimiento de Matthew. A los 9 años, Henry podía escribir en latín y leer el NT en griego. Estudió derecho, pero lo abandonó para cursar teología. Fue ordenado en 1687 por seis ministros puritanos (inconformistas) y luego pasó a pastorear una nueva congregación presbiteriana en Chester. A lo largo de su ministerio visitó muchas congregaciones predicando y dando conferencias. En Chester contrajo matrimonio, pero su esposa murió al cabo de dos años. Se volvió a casar y entre los dos matrimonios tuvo 9 hijos, muchos de los cuales murieron en la infancia. Además de su ministerio pastoral y de viajar, se dedicaba a escribir y de sus sermones surgió su comentario que en inglés tiene 5 volúmenes. Pero no pudo terminarlo ya que se quedó en Hechos, no obstante, tras su muerte sus amigos lo completaron en base a las notas que habían tomado escuchando sus sermones y de ahí surgió el sexto volumen de Romanos a Apocalipsis.
En esta nueva edición, los traductores han introducido un par de mejoras de utilidad para el lector moderno. La primera es la inclusión de referencias a citas bíblicas que el autor no puso porque en su tiempo se presuponía que los lectores las conocían, cosa que no ocurre en la actualidad. En algunos casos Henry escribía el texto de la cita en cursiva, pero no ponía la referencia. A veces parafraseaba textos sin indicarlo. Para evitar la confusión en el uso de las cursivas, cuando son citas bíblicas, han puesto negritas cursivas. Esto se ha hecho con muy buena intención, pero en la práctica resulta que en bastantes páginas hay un exceso de texto en negrita que dificulta una lectura agradable, porque lo poco gusta, pero lo mucho cansa. Tienen razón los editores cuando dicen que las ciencias bíblicas y teológicas han avanzado mucho y que el autor no tenía la información que tenemos nosotros, por este motivo, más que un comentario exegético este es un comentario devocional porque pasa a la aplicación sin darnos primero el significado original del texto o haciéndolo someramente. Se nota que la base del comentario fue la predicación y no el estudio exegético del texto.
El libro empieza con un prefacio del autor con una exposición de seis principios que se centran mayormente en la revelación de las Sagradas Escrituras que podemos suscribir plenamente. El comentario a ambos libros, en el caso de Zacarías, le dedica una introducción de una página y en Malaquías dos páginas. Al principio del comentario a ambos libros tenemos un bosquejo con los puntos principales que luego se convertirán en los epígrafes substanciales del mismo. Además, está subdividido en porciones más o menos largas siguiendo la exposición de los versículos por orden correlativo. Este sistema es bastante habitual en los comentarios a los libros de la Biblia y el haber puesto el número del versículo en negrita facilita su búsqueda cuando se consulta. Spurgeon decía que este comentario lo debería leer todo pastor al menos una vez. Porque el pastor puede adquirir una enorme provisión para sus sermones si lo lee con un cuaderno en la mano para ir tomando notas. Ahora que parece que se ha redescubierto la predicación expositiva, puede ser muy útil para sugerir pensamientos que se incorporarán al sermón.
Pedro Puigvert