Un camino compartido

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Brenda Darke.
Lima (Perú): Ediciones Puma. 2012, 206 pp.

Lleva también un subtítulo descriptivo: “Hacia la plena inclusión de la persona con discapacidad en las iglesias”. El libro se ha publicado con el apoyo financiero del Movimiento Juntos con la Niñez y la Juventud, Tearfund, Compassion International, Vision Mundial, Cristo para la ciudad Internacional, Fundación Stromme y Viva. Esta última entidad es donde la autora trabaja en su Centro Regional, aunque es misionera de la Misión Latin Link.

El libro está dividido en dos partes: la primera se denomina “Preparativos” y la segunda “Prácticas”.  Además de los agradecimientos que encontramos en las  páginas 5-6, el libro está  prologado por Alex Chiang, conferenciante internacional y discapacitado; el segundo prólogo es del Rev. Noel Fernández, coordinador de EDAN (Ecumenical Disability Advocates Network), la Red Ecuménica para la Defensa de la Persona con Discapacidad). Como podemos apreciar, solamente con pocos datos sabemos que el libro esta contextualizado en América latina que es donde desarrolla su labor la autora, aunque ella es de nacionalidad británica. Bastantes de los problemas que menciona de los discapacitados, son propios de países en desarrollo, no de Europa o de los Estados Unidos que ya los han solucionado, lo que no significa que en algún lugar todavía pueda haber barreras que impidan la plena integración del discapacitado en la sociedad o accesos no preparados para los que van en silla de ruedas. Por otro lado, concretamente en nuestro país, tenemos una ley de ayuda a las personas dependientes, pero no hay dotación económica para ayudarles. La problemática es global.

En el prólogo del Rev. Fernández, descubrimos que el objetivo de este libro es llenar un hueco sobre la problemática de la discapacidad en Latinoamérica, debido a la falta de libros de esta temática. La autora es una misionera en Perú y Costa Rica, graduada en educación especial por la Universidad de Southampton (Reino Unido). A sus conocimientos une una amplia experiencia acumulada en años de trabajo, lo que hace que sea la persona idónea para escribir un libro como este. Toma la figura del camino para que el lector se convierta en un “peregrino” para caminar con Brenda, y como decía el poeta, “hacer camino al andar”.

Las estadísticas que la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha dado sobre la discapacidad  son reveladoras: más de mil millones de personas viven en el mundo con alguna forma de discapacidad, es decir, un 15% de la población. En occidente no somos conscientes de estas cifras, porque la mayoría de estas personas viven en países pobres y ellas no solo son de las más pobres, sino que están marginadas de la sociedad. La autora ilustra sus afirmaciones son historias reales de personas que además de la sociedad, han sido marginadas por la iglesias y es ahí donde quiere incidir dando un toque de atención. ¿Debemos asociar el término discapacidad al de pérdida? Propone como más adecuado usar el término pluralidad, porque nadie es igual a otra persona. Dios nos ha creado a cada uno diferente: “Lo que nos cuesta es la amplitud de la diversidad. Entender que algunos nacen sin brazos, o hablan con señas y gestos, en vez de palabras, debe ser parte de nuestra formación como ciudadanos del reino de Dios “. Aparte de señalar aspectos diversos sobre la discapacidad, también dedica dos capítulos a hacer una introducción a la teología de la discapacidad.

En la segunda parte del libro, la práctica, trata sobre el papel de la iglesia y la participación activa de la persona con discapacidad. Al final de cada capítulo, hay un cuestionario para la  reflexión y de  actividades, según el tema. Cierra el libro, una bibliografía y un glosario. Un libro muy relevante y útil para sensibilizar a la iglesia que no tiene cuenta a los discapacitados.

Pedro Puigvert

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