Anselm Grün
Editorial Ciudad Nueva.2013, 107 pp.
El autor, monje benedictino alemán, ha escrito este libro, no para posicionarse en el debate interno que hay en la Iglesia católica sobre el asunto del celibato ante la falta de vocaciones y escasez de sacerdotes, sino para ayudar principalmente a los monjes a transformar el deseo sexual volcándolo en el servicio al prójimo. Realmente, no se plantea el tema buscando una respuesta bíblica al problema en que están inmersos los que han hecho voto de castidad, sino que aporta consejos a modo de terapia para que monjes y monjas no caigan en la tentación sexual y quebranten su voto. Grün dirige un centro de espiritualidad y es un conocido escritor, conferenciante y terapeuta en su país. No es que no cite la Biblia, pero lo hace en asuntos aleatorios, no en los que inciden directamente en el celibato. Por ejemplo, en el último capítulo, encuentra dos imágenes en la realización del celibato: el desposorio y el nacimiento de Dios, a los que da el sentido siguiente: en el primero dice que “el desposorio de la Iglesia se realiza mediante la virginidad de quienes renuncian al matrimonio por amor a Cristo”. Piensa que sobre todo en las mujeres la imagen de los esponsales les ayuda a dar al celibato un sentido positivo. El segundo está adoptado de la mística alemana en que la virginidad se consuma en la maternidad, una paradoja que según el autor, vale para la vida espiritual. Como podemos comprobar el empleo de las Escrituras es totalmente subjetivo y no aporta nada a su comprensión. Buena parte del libro es una exposición en base a la idea de Gustav Jung del anima animus, es decir, la integración de los rasgos masculinos y femeninos en la individuación. Jung llama anima a los rasgos femeninos y animus a los masculinos. Finalmente, llega a la conclusión que “el celibato es la posibilidad de realizarse como persona por un camino que no es el habitual, tratando y viviendo la sexualidad y experimentando la intimidad de otra manera, sin tener relaciones sexuales”. Y termina con estas palabras: “Solo si Dios es el centro y meta de mi celibato puedo presagiar la vida en plenitud, la vida eterna, que Cristo nos regala y que tiene una calidad y un sabor diferentes a la vida que el mundo nos promete”. No es que desprecie el matrimonio, sino que su tesis es que la vida que Cristo nos ha dado se puede experimentar en el matrimonio y se puede encontrar eligiendo el celibato. El título y subtítulo obedecen a que algunos han optado por la soltería, como los sacerdotes y monjes lo hacen por el celibato. Sin embargo, en un caso es opcional y en el otro es obligatorio, por lo que difícilmente son comparables. Siguiendo el consejo paulino de examinarlo todo y retener lo bueno, hemos leído este libro, pero su destino está muy alejado del centro de nuestra atención, no por el tema, sino por su enfoque.
Pedro Puigvert