David Horton - Editorial Mundo Hispano, El Paso, Texas, EE.UU. 2012. 686 páginas.
En la introducción al libro se nos dice: “Seminario portátil representa una experiencia única de aprendizaje. Fue creado para promover una comprensión más profunda de la verdad de las Escrituras, aumentar la cultura teológica y bíblica de los líderes cristianos (de la actualidad y del futuro), y estimular pensamientos y acciones verdaderamente cristianos en un mundo donde el cristianismo es menos preciado -muchas veces socavado- por las personas y las fuerzas que forman la cultura contemporánea”.
Al reunir un “cuerpo docente” internacional sobresaliente de estudiosos y practicantes cristianos, Seminario portátil ofrece una introducción a una gama completa de temas: teología, idiomas e interpretación de la Biblia, trasfondo y visión general tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, la historia cristiana, la apologética y las religiones mundiales, las misiones, la educación cristiana, el liderazgo y la ética cristiana, entre otros.
¿Puede un solo volumen reemplazar toda una educación en el seminario? De ninguna manera. No hay forma de sustituir la profundidad de la enseñanza o la interacción personal que se recibe en el seminario o en un centro de estudios bíblicos. Insistimos, lo que ofrece Seminario portátil es una introducción -una perspectiva general- a la educación. ¿Para quiénes es de provecho? Los lectores que están considerando el seminario podrán probar de antemano lo que tienen por delante. Aquellos que están en el ministerio, y que no han tenido ni el tiempo ni la oportunidad de seguir un programa, probablemente profundicen su conocimiento bíblico y teológico, y tal vez también descubran un gran curso de repaso así como una herramienta útil de referencia. Para los laicos en una búsqueda seria de aumentar sus conocimientos, Seminario portátil está diseñado para aumentar el conocimiento y el vocabulario, estimular el pensamiento y brindar recursos para el estudio adicional.
La vida cristiana exige más que el mero conocimiento. Podemos tener un alto grado de capacitación sin la fe, el valor y la humildad que Dios desea. Pero cuanto más entendamos acerca de Dios y de la vida a la cual nos llama, menos probable será que nos abofeteen las olas de opinión popular, la doctrina dudosa o la vida autoindulgente.
¿Por qué estudiar Teología? “Si no estudias teología, esto no querrá decir que no tengas ideas acerca de Dios, sino que tendrás muchas equivocadas: malas, confusas y anticuadas”. (C.S. Lewis). Todos sabemos algo de Dios, pero rara vez pensamos en lo que sabemos como “teología”. En virtud de haber nacido de nuevo todos hemos comenzado a conocer a Dios y, por lo tanto, tenemos cierto entendimiento de su naturaleza y sus acciones. Es decir, todos tenemos algún tipo de teología, aunque no nos hayamos sentado a ordenarla. De modo que, entendida correctamente, la teología no es para unos pocos intelectuales religiosos con una facilidad para el debate abstracto; es asunto de todos. Una vez que lo hemos entendido, nuestro deber es convertirnos en los mejores teólogos posibles para la gloria de Dios, a medida que nuestro entendimiento de Dios y de sus caminos se clarifica y se profundiza mediante el estudio del libro que él ha dado para ese mismo fin, la Biblia.
Ante la opción entre “teología” y “fe práctica”, la mayoría de los cristianos opta por la segunda. Pero, ¿realmente es posible crecer en la fe sin crecer en el conocimiento de Dios? ¿Cómo sabremos si estamos actuando correctamente, tomando decisiones sabias, viviendo de una manera que lo complace si no tenemos ningún fundamento para ese conocimiento? Alister McGrath afirma que para cualquiera que se interese por hacer lo correcto, “es necesario tener un conjunto de valores acerca de la vida humana. Esos valores están determinados por las creencias, y esas creencias se expresan como doctrinas. La doctrina cristiana, por lo tanto, prevé un estructura básica para la vida cristiana”. Donde McGrath ve una estructura, Philip Yancey habla de un fundamento:
“Jesús contó la historia de dos hombres que edificaron casas que, desde fuera, eran parecidas. La verdadera diferencia entre ellas se hizo evidente cuando vino una tormenta. Una casa no cayó, aunque la lluvia arreció, los arroyos crecieron y los vientos la golpearon, porque su cimiento estaba sobre la roca. La segunda casa, edificada insensatamente sobre la arena, cayó con gran estrépito. En la teología, al igual que en la construcción, los fundamentos importan”.
La doctrina correcta en sí no es suficiente; trágicamente es posible no llevar la verdad de Dios a la obediencia práctica. Esa es una razón por la cual la doctrina suele tener mala fama. Si la doctrina correcta no lleva a una vida santa, amorosa y madura, algo anda terriblemente mal. Pero eso no justifica descuidarla o desestimarla.
Jesús dijo que el mayor de los mandamientos es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37). No dio opciones categóricas, como si pudiéramos amar a Dios con el corazón o con el alma o con la mente; el mandamiento exige las tres cosas. Amarlo con nuestra mente naturalmente incluye averiguar todo lo posible acerca de él. Al igual que con cualquier relación, el amor nos obliga a saber y entender cómo es, cómo obra en el mundo y en nosotros, qué ama, qué desea, qué lo ofende, qué lo deleita. El hacerlo exige toda nuestra atención y nuestro estudio diligente. Al estudiar los atributos de Dios o leer acerca de la obra expiatoria de Jesucristo o contemplar la obra del Espíritu Santo, comenzarás a asentar las bases -el fundamento teológico- de una vida de fe que agradará a Dios y tendrá un impacto en tu rincón del mundo.
Sobre el “cuerpo docente” del Seminario portátil, con más de 60 autores, el propósito de sus contribuciones no es simplemente un ejercicio intelectual sino estimular “al amor y a las buenas obras” (Hebreos 10:24). Citamos algunos nombres que les resultarán conocidos a nuestros lectores: James D. G. Dunn; Paul D. Feinberg; Norman L. Geisler; Arthur F. Glasser; Carl F.H. Henry; Alister E. M. McGrath; Leon L. Morris; Mark Shaw; John R.W. Stott; Howard F, Vos; C. Peter Wagner; Ravi Zacharias.
Los 26 apartados o temas son: Doctrina de las Escrituras; Idiomas de la Biblia; Interpretación de las Escrituras; Doctrina de Dios el Padre; Doctrina de Dios el Hijo; Doctrina de Dios el Espíritu Santo; Doctrinas de la humanidad y el pecado; Doctrina de la salvación; Doctrina de la Iglesia; Doctrina de las últimas cosas; Trasfondo del Antiguo Testamento; Panorama del Antiguo Testamento; Entre los dos Testamentos; Trasfondo del Nuevo Testamento; Panorama del Nuevo Testamento; Apologética; Religiones del mundo; La iglesia cristiana: los primeros 500 años; La iglesia en la Edad Media; La Reforma y el avivamiento; El cristianismo como un fenómeno mundial, 1750-1950; La iglesia después de 1950; Introducción a la Misionología; Liderazgo cristiano; Ética cristiana; Educación cristiana. Con los importantes añadidos, para ayudar al “estudiante”, de: Glosario de vocabulario especializado; Fuentes bibliográficas; Notas y un cuidado índice temático. De gran ayuda para la introducción al estudio.
E.V. Giró – Barcelona