Nuevo ateísmo

Antonio  Cruz,
Editorial Clie, Viladecavalls, Barcelona, 2015. 120 págs.

Prolifera hoy en los ambientes universitarios un “nuevo ateísmo”, cuyo objetivo es convencer a los estudiantes que la imagen del Dios sabio de la Biblia, que ha planificado inteligentemente el mundo, no coincide con los planteamientos de la ciencia moderna. El más puro materialismo naturalista, que excluye cualquier agente sobrenatural, es como una ducha helada para la fe y la espiritualidad del joven cristiano que empieza sus estudios en la universidad. Su venerado Dios creador, querido desde la escuela bíblica infantil, es sustituido progresivamente por otras causas impersonales como las leyes físico-químicas, biológicas, sociológicas o psicológicas. Y en lo más profundo de su ser se produce una trágica mutación: la fe en Dios es sustituida por fe en la materia.

Esta realidad, sumada a la constatación de la injusticia social en el seno de sociedades que hasta ahora se consideraban oficialmente cristianas; y el escándalo de algunas iglesias poco consecuentes con la doctrina evangélica que predican, son las principales razones de la pérdida de fe de los jóvenes universitarios, tanto en Europa como en América. No obstante, con una formación religiosa más adecuada, y una actitud ante la sociedad más auténtica, podría reducirse este abandono de la fe.

Urge revisar las pautas educativas de nuestras iglesias y contar con líderes de jóvenes preparados en una apologética más acorde con la realidad de los tiempos. Pero lamentablemente, en el repertorio actual de literatura cristiana no abundan los textos apropiados  para disipar los conflictos mentales de unos jóvenes cada vez más preparados intelectualmente y educados en la rigurosidad racional del método científico,  que no encuentran satisfacción a sus aspiraciones religiosas personales en la imagen de Dios que trata de inculcarles una religión cada vez más alejada de la realidad científica y social.

El presente libro del Dr. Antonio Cruz aporta su granito de arena para llenar este vacío. Brinda al liderazgo cristiano una radiografía clara de la realidad del “nuevo ateísmo” y los argumentos para poder enfrentarlo desde una perspectiva de equilibrio entre ciencia y Biblia.

La obra viene estructurada en cuatro partes o capítulos con un propósito específico cada uno.

El primero, que denomina:  «¿Qué es el nuevo ateísmo?» busca advertir y concienciar al líder cristiano sobre el activismo militante de esta nueva modalidad de  ateísmo  encaminado a convencer a la población, y de manera especial a los jóvenes, que la idea de Dios no sólo es incompatible con la ciencia, sino además nociva para la humanidad. Su foco parte de un puñado de intelectuales anglo-americanos que se hacen llamar «Los Cuatro Jinetes», a saber: Richard Dawkins, Sam Harris, Christopher Hitchens y Daniel Dennet. No son los únicos, pero sí los más vehementes y significativos. Analiza sus postulados contra la visión cristiana de la vida, prueba la debilidad de sus argumentos, y nos recuerda que como cristianos, hoy, como siempre, estamos obligados a seguir realizando una apologética de calidad que sea capaz de contrarrestar la perniciosa visión del mundo que se desprende del ateísmo.

El segundo capítulo (el más extenso) lo titula: «Relaciones entre ciencia y creencia». Habla en el mismo de la teoría de la evolución, del argumento de la inteligibilidad, de la teoría del multiverso, y muchas otras encaminadas a explicar el universo sin Dios. Después, expone los principios del diseño inteligente y demuestra cómo, a diferencia del darwinismo y demás teorías, el diseño inteligente es experimentable. Es decir, se puede poner a prueba y ver si es falso o no. Con ello, afirma, se establecen las bases precisas para un diálogo equilibrado entre ciencia y Biblia, que es posible y viable si lo conducimos por los cauces adecuados.

El tercer capítulo: «La mala teología del nuevo ateísmo», lo dedica básicamente a rebatir las afirmaciones del biólogo ateo Richard Dawkins, quien asegura que la religión es, en general, la raíz de casi todos los males que hay en el mundo. Demuestra la falacia de sus experimentos tratando de probar científicamente la inexistencia de Dios, como si Dios pudiera ser analizado científicamente. Admite la acusación de que en nombre de Dios las religiones han cometido las mayores atrocidades, pero le rebate alegando que aquello que corrompe la fe religiosa no es la idea de Dios, sino los falsos ídolos mentales que nos fabricamos nosotros mismos. Diosecillos con pies de barro que nos inducen a la rivalidad y la violencia. Y defiende que el antídoto más eficaz contra esa idolatría no es el ateísmo, sino la verdadera fe.

Finalmente  el  capítulo  cuarto:«Moralidad de los nuevos ateos», demuestra como el  comportamiento del ser humano está íntimamente relacionado con su manera de entender el universo. Explicaciones cosmológicas contrapuestas suelen generar también visiones opuestas de la moralidad. La persona cristiana vive en un universo moral muy distinto al de la persona atea, ya que aquello que es bueno para el creyente suele ser malo para el incrédulo y, al revés, lo que es malo para el cristiano es bueno para el ateo. Un cosmos sin Dios es un cosmos sin moralidad. Y partiendo de esto, denuncia las incongruencias de los defensores de la teoría de le evolución, que se acogen en su conducta a principios morales de inspiración religiosa, como el matrimonio monógamo o la preservación de los débiles y ancianos, cuando desde una perspectiva estrictamente científica ambas cosas resultan dañinas para la preservación de la especie.

Concluye que la fe cristiana no es un salto a ciegas sobre el vacío de la nada, ni tampoco una serie de creencias irracionales carentes de pruebas, antes bien la certeza capaz de enfocar nuestro raciocinio sobre una región de la realidad a la que la ciencia no tiene acceso. Una dimensión profunda de la espiritualidad humana. Un área de inagotable sentido trascendente. Una zona donde la existencia del hombre puede aspirar a la verdad y la bondad con mayúsculas. Desde semejante perspectiva es posible constatar que la fe no es enemiga de la razón sino su aliada prematura. La fe crea el camino para que transite el razonamiento y le ofrece aire puro para que no se ahogue. Los diversos racionalismos, así como el cientificismo, llegan a asfixiar la razón, pero la fe le permite respirar en libertad y orientarse con sabiduría. Sólo la fe cristiana puede proporcionarle  sentido  a la razón y sustento a la moralidad humana.

Un libro esencialmente didáctico, escrito por un científico pero en lenguaje comprensible para todos. Los profesores y maestros cristianos, pastores y líderes, encontrarán en él un valioso aliado para dialogar con los jóvenes de sus congregaciones y formarles en una apologética distinta: cristiana evangélica, pero más acorde a los tiempos.

Reseña Editorial

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *