S.Stuart Park.
Valladolid: Ediciones Camino Viejo, 2014, 181 pp.
El autor nos obsequia con una nueva obra salida este año de la factoría Ediciones Camino Viejo y que como todas las que publica destaca por su magnífica presentación exterior e interior, amén de su contenido que es el que el autor nos tiene acostumbrados. Como ya hizo con su comentario a Cantares, la portada es un detalle del mismo cuadro Sin título, solo que de otra parte, del pintor Gonzalo Martín-Calero. Para los que no están familiarizados con los nombres bíblicos, les informamos que Qohélet es el nombre del libro que llamamos Eclesiastés. Se trata de un nombre que aparece siete veces en el libro, tres al principio (1:1, 2,12), una vez a la mitad (7:27) y tres veces al final (12:8, 9,10). El nombre Eclesiastés es la transliteración del griego Ekklésiastés con referencia a un miembro de la ekklésia, la asamblea de los ciudadanos. La traducción griega viene de la palabra hebrea qáhál (asamblea) de donde se dedujo que Qohélet era alguien que se dirigía en público a la asamblea. De ahí que en la versión alemana de Lutero se traduce como der Prediger, es decir, el Predicador. Dice José Grau en su comentario a este libro: “<Cohélet> no es un nombre propio, sino común; el vocablo se halla aquí como participio activo, femenino singular. ¿Por qué el femenino? Probablemente para indicar una función, un oficio, que es también a lo que apunta el nombre común y no propio. Cohélet es aquel que convoca una asamblea para hablarle, y enseñarle”.
El libro está prologado por el Dr. Pablo Martínez, el cual aparte de expresar las relaciones de amistad que han mantenido desde que se conocieron en 1978, nos hace breve resumen de esta obra que deseamos transcribir porque expone con toda claridad su contenido: “En su línea habitual, el autor nos presenta una interpretación del texto a al luz de todas las Escrituras, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. S.Stuart, experto en hermenéutica bíblica, sabe bien que <<el texto sin su contexto es un pretexto>> y por ello nos muestra cómo los referentes bíblicos del Qohélet son constantes. Esta correlación del texto base con otros pasajes de la Biblia tiene, en mi opinión, un alto valor pedagógico: le permite al lector entender de forma natural no solo el mensaje concreto del Eclesiastés, sino también el mensaje global de la Biblia”. A esto podríamos añadir que el autor tiene una especial habilidad para relacionar textos del Eclesiastés con otros que encontramos en el NT, como por ejemplo, “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? (1:3)”, con Lc. 12:15: “Y les dijo: mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Con relación a esta metodología, se pregunta el Dr. Park: “¿Es conveniente leer a Qohélet desde el Nuevo Testamento?” Y se responde: “ A nuestro juicio es imprescindible, no para distorsionar la visión del autor de Eclesiastés u ofuscarla, ciertamente, sino con objeto de descubrir con nitidez la realidad que solo pudo ver, al fin, entre sombras o neblina, Qohélet”. En esta obra S. Park profundiza exegéticamente mucho más de lo que hizo en su comentario a Cantares.
El libro está dividido en dos partes: la primera termina en 6:9 que es la mitad del libro y plantea el tema de la vanidad en el mundo del trabajo (las obras humanas puestas a prueba). La segunda parte, consta del mismo número de palabras que la primera, 1491, como de versículos, 111, y en ella plantea el tema de la vanidad en el mundo del conocimiento (la sabiduría humana puesta a prueba). Sin embargo, hay otras formas de abordar el libro. Los comentarios al texto los hace en porciones más o menos extensas y en conformidad a la analogía de la fe. El título de la obra procede del examen de 11:9 a 12:8. Esta famosa endecha final está repleta de metáforas y como tal hay que interpretarlas, sin necesidad de caer en la alegorización. Sin embargo, la interpretación que hace Seow de este texto, cuya traducción sigue S. Park, nos parece inadecuada.
Pedro Puigvert