J.C. Ryle - Editorial Peregrino, Moral de Calatrava, Ciudad Real, 2013. 605 págs.
Hablar de Santidad o Santificación en nuestros días, como cosa común y corriente en la vida diaria del creyente, parece algo decadente de lo que no se habla en los tiempos en los que vivimos, donde se da más importancia a otras actitudes más acorde con el ritmo del mundo actual y sus intereses sociales. Muchos ven estos mandatos como exigencias demasiado altas, lejos de poder alcanzar, por lo que no les prestan la atención necesaria. Y ahí es donde damos la bienvenida a esta edición en castellano de este reconocido tratado.
Hace 134 años el autor decía:”Los veinte textos que contiene este volumen son una humilde contribución a una causa que despierta un profundo interés en mí en estos momentos: me refiero a la causa de la santidad. Es una causa que todo aquel que ama a Cristo y desea propagar su Reino en el mundo ha de esforzarse en impulsar. Todo el mundo puede hacer algo, y yo deseo aportar mi grano de arena. Durante muchos años he sentido la profunda convicción de que la santidad práctica y la consagración absoluta de las personas a Dios no recibe la suficiente atención por parte de los cristianos modernos de este país”.
Afirma en el capítulo 2: La santificación. “Temo que la cuestión de la santificación desagrade profundamente a muchos. Algunos hasta lo dejan de lado con desprecio y sarcasmo. Esta es una cuestión de la mayor importancia para nuestras almas. Se trata de una cuestión de gran actualidad en estos tiempos. Últimamente han surgido doctrinas extrañas en lo referente a toda la cuestión de la santificación. Algunos parecen confundirlo con la justificación. Otros, con un fingido celo por la libre gracia, la devalúan y prácticamente la descuidan por completo. Otros aún se fijan el listón de la santificación a una altura equivocada y, al no poder alcanzarlo, malgastan sus vidas vagando de iglesia en iglesia, de capilla en capilla y de secta en secta, en la vana esperanza de encontrar lo que buscan. En tiempos como estos una consideración sosegada de la cuestión, como una de las grandes doctrinas del evangelio, puede ser de gran ayuda para nuestras almas”.
J.C. Ryle ya tiene varias obras en castellano, por lo que no es necesario aportar muchos datos de su vida; sirvió cerca de cuarenta años como ministro del evangelio y llegó a ser el primer obispo de Liverpool en 1880. Pero nos gusta lo que dicen los editores de la versión inglesa de 1995 en el prólogo: Es casi innecesario presentar a John Charles Ryle (1816-1900), puesto que sus obras más conocidas se han reeditado y han tenido numerosos lectores durante muchos años. La exquisita factura literaria de sus libros ha garantizado su popularidad y su utilidad hasta nuestros días. El presente volumen se ha convertido en una obra clásica que goza de difusión y reconocimiento entre muchas personas de todo el mundo. Ryle goza de merecida fama por la maravillosa sencillez de su estilo. Sus sermones, que reflejan la llaneza de sus mensajes orales, son un exquisito ejemplo para todo el que desee comunicarse de manera más eficaz con quienes asisten a la iglesia o con el hombre de la calle. En tiempos en los que a los predicadores evangélicos se los tacha o bien de superficiales o bien de soporíferos, aquí tenemos un gran ejemplo de alguien que no fue ninguna de esas cosas. A medida que el obispo Ryle va explicando y aplicando sus textos con su habitual sencillez y franqueza, el lector siente una punzada en la conciencia y su alma sometida a examen.
Entre sus múltiples citas se hallan excelentes textos de autores puritanos: John Owen, Juan Bunyan. WilliamGurnall, Samuel Rutherford, Thomas Brooks, Richard Baxter, Thomas Watson, Robert Traill; y él mismo añade dos “pasajes de autores clásicos” en el capítulo 21: de Robert Traill, el primero y de Thomas Brooks el segundo.
Una importante aportación a la buena instrucción, para el cristiano interesado en crecer y para los predicadores.
E.V. Giró – Barcelona