Christopher Ash.
Editorial Peregrino, 2014, 157 pp.
Un grupo de predicadores jóvenes de nuestro país se ha organizado para trabajar por la recuperación de la predicación expositiva en las iglesias. Este libro marcha en la misma dirección. Es el segundo de una serie de obras en que la primera, con el título “El deleite de la Biblia: el pálpito de la Palabra de Dios”, el mismo autor llegaba a la esencia de las razones para predicar y enseñar. Explican los editores que el contenido del libro que reseñamos se presentó por primera vez en la 25 Asamblea del Ministerio Evangélico de Londres. Los que estuvieron presentes sintieron una emoción genuina al comprobar que la predicación en las iglesias locales es el pilar del plan de Dios para reparar un mundo en ruinas.
El autor nos orienta que “este libro está dirigido a predicadores y estudiantes que se estén preparando para el ministerio aunque también va dirigido a los oyentes”. C. Ash dirige el Curso Preparatorio de Cornhill, un curso de uno o dos años de duración, concebido para formar predicadores y maestros de la Biblia. Pertenece al Consejo de Tyndale House en Cambridge. Es autor de varios libros. Confiesa C. Ash que en la preparación de este libro ha recibido dos influencias principales: por una parte sus estudios sobre Deuteronomio en base al comentario de Gordon McConville y de otra de diversas obras sobre la predicación, especialmente “Creo en la predicación” de John Stott.
El contenido de esta obra está constituido por una introducción, tres capítulos y un apéndice. Empieza con el texto de Deuteronomio sobre el profeta que ha de venir y se fija en la frase: a él oiréis. De ahí se desprende su primera tesis: “debemos escuchar la voz del predicador cristiano en la actualidad porque es el profeta de nuestra generación, tal como lo fue Moisés en la suya”. Entiende que una afirmación tan categórica puede generar incredulidad, pero ruega al lector que siga leyendo y le deje exponer sus argumentos. Es muy valiosa la información que ofrece sobre la influencia de la Asamblea del Ministerio Evangélico en la creación del Patronato de la Proclamación. Le llamaron así para subrayar la importancia de la predicación expositiva de la Biblia. Sin embargo, hace un recorrido por la literatura secular con su burla y rechazo de la predicación cristiana en general. Se pregunta si es la predicación más importante que otros ministerios de la Palabra. Y responde partiendo de un examen del libro de Deuteronomio, pues según su criterio este libro ofrece el mandato de Dios para la predicación.
El apéndice trata sobre las siete bendiciones de la predicación expositiva consecutiva, siendo precisamente el término “consecutiva” uno de los aspectos sobresalientes a nuestro entender. Son: 1) Previene que suplantemos los propósitos de Dios con los nuestros. 2) Nos dificulta tergiversar la Biblia al leerla de forma descontextualizada. 3) Atenúa la selectividad del predicador. 4) Mantiene un elemento de sorpresa y novedad en el contenido de los sermones. 5) Confiere un estilo variado al sermón. 6) Fomenta una lectura nutritiva de la Biblia en los cristianos. 7) Ayuda a predicar a Cristo entero desde toda Escritura.
En suma, un libro muy recomendable para jóvenes predicadores y para refrescar la memoria de los veteranos encallecidos con el tiempo, trayendo aire fresco a sus sermones.
Pedro Puigvert