Abner Chou.
Editorial Portavoz, 2019, 256 pp.
Una ojeada a algunas páginas, hace que detengamos nuestra vista sobre una palabra que la traductora Loida Viegas, ha usado muchas veces a partir del primer capítulo: es el vocablo “autoral” que suponemos familiar al lector hispanoamericano, pero que en España usamos los términos “autoría” o según el contexto, “del autor”. “Autoral” ni siquiera está en el diccionario de la RAE. Eminentes profesores de teología valoran positivamente este libro en la página previa a la del título y subtítulo, información editorial, dedicatoria e índice de contenido. Párrafos de las valoraciones se reproducen en la contraportada.
El origen de esta obra, según comenta el autor en el prefacio, fue “el descubrimiento del uso que el Nuevo Testamento hace del Antiguo y todas las implicaciones que esto suscitaba” mientras estudiaba hermenéutica. Fue entonces cuando lo convirtió en una de las misiones de su vida: “investigar este asunto de manera concienzuda y (con suerte) defender a los escritores bíblicos”. Después de diez años desde su época universitaria ha escrito este libro en el que ha vertido lo que ha aprendido. Chou, de origen chino, tiene un doctorado en teología. El Dr. Chou comenzó a enseñar griego en la universidad en 2004 y continuó enseñando tanto en la universidad como en el seminario. También pasó dos años enseñando en Israel con IBEX. En 2021, el Dr. Chou fue nombrado presidente interino de The Master's University & Seminary. El Dr. Chou está trabajando actualmente con el equipo que desarrolla la Legacy Standard Bible (LSB), una traducción que, en esencia, busca ser una ventana al hebreo, arameo y griego originales. Ha escrito varios artículos para la Sociedad Teológica Evangélica; ha completado varios artículos de enciclopedia; ha contribuido a una Biblia de estudio. También ha escrito un libro sobre una teología bíblica de la visión (Wipf y Stock), un comentario sobre Lamentaciones (Logos) y un comentario sobre Deuteronomio. En última instancia, su objetivo es que los estudiantes conozcan profundamente la palabra de Dios, la estudien con precisión y se dejen llevar por ella para vivir plenamente por el reino.
Una descripción del contenido de este libro podría ser este: “Abner Chou revela primero la hermenéutica profética de los autores del Antiguo Testamento, y demuestra la continuidad de este enfoque con la hermenéutica apostólica de los autores del Nuevo Testamento. Esto forma el fundamento sobre el cual los creyentes de hoy deben apoyar sus propias prácticas interpretativas”. El libro consta de ocho capítulos: en el primero se pregunta por la verdadera hermenéutica cristiana. Y responde con una frase de Osborne: “Tradicionalmente, creemos que deberíamos entender las ideas del autor (doble) pretendía transmitir, por medio de las reglas normales del lenguaje y de los hechos de la historia”. El punto sobre la existencia de la hermenéutica profética requiere ser examinado en detalle porque no es habitual en obras de este tipo y, sin embargo, tiene mucha importancia. Le dedica los capítulos tercero y cuarto. En el quinto capítulo Chou expone como los apóstoles desarrollaron las implicaciones del AT en el tiempo que les tocó vivir. Claro que de manera general, porque hay cuestiones que no aparecen en el AT. En el capítulo sexto su enfoque es que los apóstoles siguieron la lógica de los escritores del AT. El capítulo séptimo es una demostración de cómo la continuidad hermenéutica entre los profetas y los apóstoles llega hasta la iglesia y esta debe seguir el mismo modelo. La idea es que tanto los profetas como los apóstoles tomaron la revelación previa y la desarrollaron bajo la dirección del Espíritu Santo. Y ahí viene el gran tema que ha subyugado a muchos y podemos añadir desde hace unos años: “los apóstoles usaron el AT de forma contextual”. La relación entre ambos testamentos se expone ampliamente en lo que se conoce como intertextualidad, a la que Chou le dedica muchas páginas a lo largo del libro. El capítulo octavo es, en realidad, una conclusión al libro. Hay una frase que es otra forma del axioma clásico: “la Biblia es el mejor intérprete de sí misma”; Chou dice: “La Biblia viene con ‘hermenéutica incluida’”. Otra frase destacable es esta: “Los lectores no tienen libertad hermenéutica, sino responsabilidad hermenéutica”.
Este libro viene a completar los tratados de hermenéutica clásicos, con la aportación de la hermenéutica de los autores bíblicos, profetas y apóstoles y de la que deben tomar nota los lectores e intérpretes de la Biblia de hoy.
Pedro Puigvert