La clave del éxito ministerial de C.H. Spurgeon

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claveBob Penhearow.
Editorial Peregrino, Ciudad Real, España, 2016. 186 págs.

Es de agradecer a la editorial que antes de abrir el libro, se nos aclare el sentido de la palabra “éxito”, tan alejado de la primera impresión que recibe quien lee el título de este libro. Extraído de la introducción, en la contraportada dice: “A pesar de las reticencias que muchos podamos tener con respecto a la palabra “éxito”, el autor la define cuidadosamente, no en los términos en que el mundo la entiende, sino en términos espirituales de fidelidad a Dios y de llevar fruto para él.” Dado que el escritor de este texto enfatiza grandemente la espiritualidad en Spurgeon y en el ministro cristiano, dice seguidamente: “La espiritualidad es otro término ambiguo. Muchos piensan en la espiritualidad como algo nebuloso, que una persona espiritual es alguien que está en “otro mundo”. Pensamos que la gente espiritual son personas que se pasan el tiempo meditando en grandes pensamientos teológicos, demasiado hondos y profundos para que los pueda comprender una persona normal. Esta es una desafortunada distorsión de lo que es la espiritualidad. Un hombre espiritual, como veremos en Spurgeon, es aquel en quien mora el Espíritu de Dios y que está capacitado por él. Un hombre espiritual es aquel que camina en una comunión cercana con Dios mediante la oración y la súplica. Un hombre espiritual es aquel cuyo corazón se deleita en Dios y arde para su gloria. Un hombre espiritual busca obedecer la Palabra de Dios. No solo habla sino que también actúa, buscando aplicar el mensaje del evangelio a sus oyentes y a sí mismo. Es sincero, honesto y fructífero en su servicio para con Dios. Su teología es una teología aplicada, es el trampolín hacia la adoración. Vive para Dios y solo para su gloria, Soli Deo Gloria. Habiendo establecido que la espiritualidad es esencial para el éxito ministerial, el presente libro busca promover la espiritualidad mediante un manual práctico (en el apéndice), para alentar la piedad en los pastores y líderes espirituales del siglo XXI”.

 Este libro tiene varias virtudes: basado principalmente en la autobiografía de Spurgeon,  destaca episodios de su vida no tan conocidos, en una breve visión general de su vida; para seguidamente referenciar, la vida e influencia que tres destacados pastores dejaron en el ministerio de Spurgeon. Así se nos presenta a: John Bunyan (algo conocido entre nosotros por su genial obra El progreso del peregrino, no tanto por su vida), junto a: John Gill y Andrew Fuller (casi desconocidos) y  que afectaron a Spurgeon y su ministerio.

 A los quince años Spurgeon escribió y firmó en su diario un pacto entre él y Dios titulado “Consagración”, y su diligente examen de las Escrituras le llevó a romper con la tradición histórica familiar al llegar a la convicción del bautismo de creyentes. Escribió a su padre pidiendo permiso para bautizarse, para proclamar públicamente a Cristo y tomar parte así de la Santa Cena. Más adelante hizo la siguiente declaración teológica: “Mi trabajo diario es reavivar las antiguas doctrinas de Gill, Owen, Calvino, Agustín y Cristo”.  Tenazmente sostuvo lo que se denomina “las doctrinas de la Gracia”, y debido a ello proclamó a un Dios soberano que es Señor de la salvación, y que llama a sus escogidos a través de la obra expiatoria de Jesucristo.

 Vida, ministerio y espiritualidad de John Bunyan. Es el primero de los tres pastores que influyeron en Spurgeon, quien estuvo toda su vida haciendo referencias a El Peregrino.  Una anécdota de la vida de Bunyan: El rey Carlos le preguntó a John Owen, el mayor teólogo puritano, y contemporáneo de John Bunyan, por qué él, un gran académico, iba a escuchar a un calderero sin educación. A ello respondió: “Estaría dispuesto a cambiar mi conocimiento por el poder del calderero para tocar los corazones de la gente”.

La influencia de John Gill. De hecho, Spurgeon usó los escritos teológicos de Gill de manera extensa, no solo para preparar a futuros pastores sino también para apoyar y asegurar su propia posición teológica, especialmente cuando estaba inmerso en medio de alguna controversia teológica. Spurgeon guardó el retrato, la silla y el púlpito de Gill; de hecho el púlpito lo dejaba a los estudiantes de ministerio para mantenerlos, como él decía, sanos en su teología.

Las convicciones de Spurgeon, en cuanto a la espiritualidad en el ministerio, también tienen sus raíces en Andrew Fuller. Fuller leyó mucho, tomando de Buyan, del puritano John Owen (en algunas ocasiones llamado “el Calvino de Inglaterra”) él tradujo las obras de Calvino al inglés, John Gill y Jonathan Edwards, probablemente el más grande de los teólogos del siglo dieciocho. La pasión de Fuller por las almas se hace evidente en su participación para formar una reunión de oración mensual dedicada a buscar un avivamiento y la conversión de pecadores en todo el mundo, así nació la Organización Misionera Bautista, de la que fue secretario desde 1793 hasta su muerte en 1815. Fuller buscó fielmente levantar fondos para apoyar a William Carey en la India, el primer misionero de la organización. Humanamente hablando, sin Andrew Fuller no hubiese habido William Carey.

 “Si alguien preguntase a Spurgeon quién fue  el bautista más influyente y grande en su vida, ministerio y escritos, quizás Spurgeon se volvería con una sonrisa en su cara y diría: “John Gill, el teólogo, ensanchó mi mente; Andrew Fuller, el todoterreno, elevó y enriqueció mi ministerio; pero John Bunyan, el calderero de Bedford, alentó mi vida y mi alma”.

Algunas veces pasa que las correcciones al texto de un libro no llegan a tiempo, y no se aplican en el momento de imprimir; pensamos en esto, antes de aventurarnos a achacarlo a fallos de traducción –ya que ha habido una revisión-, pero el caso es que en esta ocasión se dificulta algo la lectura fluida del libro.

E.V.Giró

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