Juan Mateos-Fernando Camacho.
Herder Editorial, S.L. Barcelona, 2018, 253 pp.
Este libro había sido publicado anteriormente por la editorial El Almendro. En la introducción nos dicen, suponemos que los autores o quizás los editores, que “el propósito del presente libro es precisamente explicar el porqué de ese modo de interpretación”. Se refiere a que “cuando se interpretan las narraciones evangélicas en clave teológica sale a la luz un sentido a menudo distante del aparentemente obvio al que se está acostumbrado”. Precisando un poco más “han de examinarse para ello las figuras y símbolos que han heredado –los evangelistas- del AT y de la cultura judía y las modificaciones y adaptaciones que de ellos hacen”. Dicen los autores que los evangelistas “jamás emplean la palabra prodigio (griego teras frecuente en el AT) para los hechos extraordinarios que cuentan de Jesús”. Sin embargo, en Jn. 4:48, sí se emplea el término griego en boca de Jesús para referirse al milagro de sanidad del hijo del funcionario real que estaba muy enfermo a punto de morir. Pero es la única vez, aunque dicho vocablo se usaba en otros sentidos.
El contenido del libro está organizado a base de seis capítulos: el primero figuras, el segundo símbolos; el tercero, personajes representativos; el cuarto términos de la cultura semítica, el quinto términos con nuevo sentido y el sexto indicios del sentido figurado. Los antiguos griegos dieron nombre a más de doscientas figuras, como por ejemplo el símil, la metáfora, el pleonasmo, la hipérbole, la sinécdoque, la metonimia, la ironía, la paradoja, el litote, el eufemismo, la personificación, el apóstrofe, etc., pero en esta obra solo se refiere a las figuras sin distinguirlas por nombre. En cuanto a los personajes representativos es lo que en hermenéutica se llama tipos y hay más que los relativos a personajes. En cuanto a los símbolos es bastante completo, sobre todo el de los números. De hecho, las figuras de lenguaje solo tienen la dificultad de determinarlas, pero en líneas generales se conocen bastante bien. Lo que sí es fundamental para la interpretación de las Escrituras, no solo de los evangelios, es el significado de los términos de la cultura semítica, porque es usual tomarlos en su sentido moderno cuando su entendimiento es otro completamente distinto. En esta obra se exponen términos como cuerpo, que salvo que el contexto muestre otro significado se refiere a la persona humana; carne que tiene varios sentidos; corazón que es uno de los términos más mal aplicados en la predicación. Espíritu, alma, que los autores dicen que no son sinónimos en los evangelios; sin embargo, un análisis de todas las Escrituras incluidos los evangelios, ponen de relieve que ambos términos son intercambiables y se usan para designar de manera indistinta el elemento inmaterial de los que murieron. Hijo, “amar y odiar” y otros contrarios. Los términos con un nuevo sentido son: Señor, Rey, Autoridad, el último día, Satanás, espíritu inmundo, demonio. En indicios del sentido figurado hay aportaciones correctas, como ejemplo el significado de los números, pero otras que son rebuscadas y la solución es entenderlo en sentido figurado. Por ejemplo, la mujer con flujo de sangre que llevaba doce años enferma, les parece un detalle superfluo, como la mención de la edad de la hija de Jairo.
De Juan Mateos se dice que fue un gran innovador de la exégesis bíblica y es cierto porque se ve su mano en este libro por el abuso en encontrar figuras en los evangelios, aunque no las identifique. Era jesuita y se doctoró en ciencias eclesiásticas orientales. Falleció en 2003. Fernando Camacho es presbítero en Sevilla y se doctoró en teología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es catedrático de sinópticos y Cristología bíblica en el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla.
Salvo algunos aspectos cuestionables, el libro es recomendable como complemento de obras de hermenéutica bíblica en lo que hace al lenguaje figurado y al simbolismo.
Pedro Puigvert