Walter Kasper.
Editorial Sal Terrae, 2013, 507 pp.
Esta obra pertenece a la colección Presencia Teológica de esta editorial. Forman parte de ella libros de conocidos teólogos y además de este hay dos más del mismo autor: uno de cristología y otro de eclesiología. No es una obra reciente del cardenal alemán, sino una nueva edición española. El libro fue escrito hace más de 30 años, pero esta edición se basa en la nueva realizada en Alemania en 2007. En español se hizo la octava edición en 2011 por la editorial Sígueme. Aunque han transcurrido tres decenios, según el autor no ha cambiado nada en la urgencia del mensaje central que la iglesia proclama. Lo que sí ha cambiado es la situación social, eclesial y personal de fe y eso ha complicado la vida de la iglesia y del cristiano.
El objetivo de este libro lo expresa el mismo autor: “confrontarse con los retos del ateísmo moderno sigue siendo hoy actual, más aún, novedosamente actual. El ateísmo no está en modo alguno muerto; antes bien, hoy reaparece bajo una nueva vestimenta, científica por regla general, y con celo realmente misionero”.
Walter Kasper, fue obispo de la diócesis de Rotttenburgo-Stuttgart y cardenal desde 2001. Fue profesor de teología sistemática hasta su consagración episcopal. Es Presidente emérito del Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad de los Cristianos y ha escrito varias obras de teología.
Las primeras 40 páginas están dedicadas a la introducción y a prólogos. El resto del libro está dividido en tres partes, la primera trata de Dios; la segunda del mensaje sobre el Dios de Jesucristo a base de tres capítulos que siguen un orden trinitario, y la tercera la consagra al misterio trinitario.
Sin desmerecer en modo alguno la primera parte que es una apología del teísmo frente al ateísmo, sin embargo, nos parece excepcional la exposición de la cristología de la kénosis con una exposición de Fil. 2:6-11 ajustada a la teología bíblica de la que deriva hacia la theologia crucis. En cuanto a la kénosis señala algo que no habíamos visto en otros teólogos: “En la interpretación de este importante texto hay que tener necesariamente en cuenta que no se refiere a una transmutación o desdivinización de Dios. Tal interpretación estaría en contradicción no solo con 2 Co.5:19, Dios estaba en Cristo, sino también con la afirmación de nuestro texto según la cual la kénosis consiste en la asunción de la condición de esclavo, no en la renuncia a la condición divina”. A partir de ahí deriva hacia la cuestión del sufrimiento formulándose la pregunta: ¿Cómo puede sufrir el Dios impasible? A partir de ahí desarrolla el tema desde la teología rabínica que habla del dolor de Dios, pasando por los padres de la Iglesia, la tradición escolástica, Lutero y su communicatio idiomaticum, el idealismo alemán, terminando por exponer el razonamiento decisivo en dos pasos. Creemos que sería mucho más comprensible, que en lugar de referirse a Dios o al Hijo de Dios y sus padecimientos, que se expresara de un modo más acorde con quien es realmente Cristo y así se dijera: el Hijo de Dios hecho Hombre, porque no se puede separar su divinidad de su humanidad.
La exposición de la doctrina del Espíritu Santo sigue un esquema clásico, tratando sobre la tercera persona de la deidad en la creación, en la historia de la salvación y su personalidad. Dedica bastantes páginas a dar una explicación sobre el filioque (el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, un concepto que fue muy discutido y finalmente incorporado al símbolo niceno-constantinipolitano, que hasta la fecha sigue estando ausente del credo de las iglesias ortodoxas.
Si queremos destacar una doctrina distintiva de la fe cristiana, esta es, sin lugar a dudas, la de la Trinidad, es decir, la existencia de un solo Dios en tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aunque se trate de un misterio, es un misterio revelado en la Biblia. Mientras los conceptos clásicos sobre esta doctrina empiezan por la forma inmanente, Kasper lo hace a partir de las misiones histórico-salvíficas, justificadas bíblicamente. Al dedicarle una parte de la obra a la Trinidad es muy apreciable, por cuanto en la actualidad hay bastante confusión sobre esta doctrina y toda la información que ofrece y la enseñanza que da son dignas de tener en cuenta.
En resumen, El Dios de Jesucristo es una obra que exhibe con profundidad la teología propia, la cristología y la pneumatología, que viniendo del catolicismo podemos apreciar, ya que en estas doctrinas mantenemos un consenso y la prueba está en que cita a numerosos teólogos protestantes y no solo liberales, sino también evangélicos.
Pedro Puigvert