Thomas Watson.
Edimburgo: El Estandarte de la Verdad, 2013, 556 pp.
Esta obra fue publicada en inglés por primera vez en 1692, la cual se puede considerar como su obra póstuma, pues vio la luz tras su muerte, que ocurrió en 1686. Está basado en el Catecismo Menor de la Asamblea de Westminster, donde se recogen y exponen, en forma de preguntas y respuestas, los principios más importantes del cristianismo, diseminados por todas las Escrituras. El título es apropiado al contenido, pero la forma de presentación de la doctrina puede resultar extraña en todos aquellos ámbitos eclesiales en donde la teología es una especie en extinción. Desarrollar las doctrinas fundamentales del cristianismo a base de sermones es para muchos hoy un anacronismo, como dice el teólogo David Wells en su obra “No hay lugar para la verdad”: “con creciente incredulidad estoy observando como las iglesias evangélicas se están convirtiendo en iglesias teológicamente analfabetas”. Precisamente, lo que la iglesia debe hacer hoy, es recuperar, entre otros, este tipo de predicación y abandonar la superficialidad que se ha instalado en demasiados púlpitos.
A este tratado de Watson, los editores, han incluido una breve biografía del autor, recopilada por C.H. Spurgeon. Así podemos conocer algo de la talla de este hombre de Dios que perteneció al grupo de los puritanos inconformistas que tuvieron que sufrir por defender la pureza del Evangelio. No se sabe con certeza la fecha de su nacimiento, aunque se supone que fue cerca de 1620. Murió el 28 de julio de 1686. Su origen familiar es desconocido y no hay nada que permita especular sobre un antepasado suyo llamado “Wat” (Watson, significa “hijo de Wat”). Su biografía está ligada a su carácter de hijo de Dios y siervo de Cristo. Recibió su formación en la facultad Emmanuel College de Cambridge, de la que salieron grandes teólogos evangélicos. Terminó su carrera universitaria con mención honorífica y empezó su ministerio en la iglesia de St. Stephen, Walbrook, el cual desempeñó durante 16 años. Por su carácter de puritano fue separado de su congregación. Fue conocido en su ciudad por ser un hombre piadoso y un gran predicador. Su iglesia estaba siempre llena, pues había adquirido fama y popularidad como predicador. Después de su expulsión, Watson predicó ocasionalmente hasta que gracias a la Declaración de Indulgencia del rey Carlos II, en 1672, Watson recibió autorización para utilizar Crosby Hall, un salón de una mansión propiedad del inconformista John Langham. Allí predicó durante varios años. Con el paso del tiempo Watson volvió a Essex, donde murió súbitamente, según se supone, mientras oraba en su gabinete.
El libro está compuesto por un discurso preliminar a la enseñanza de la doctrina y seis capítulos en los que trata de las siguientes doctrinas: en la introducción explica las dos primeras preguntas del Catecismo Menor de Westminster, sobre el fin principal del hombre y las Escrituras. El sermón sobre las Escrituras es un tratado apologético que no ha perdido actualidad, al incidir en aspectos que siguen dándose hoy. A continuación, en el capítulo segundo, desarrolla la doctrina de Dios sobre el ser y los atributos divinos en 14 puntos. El capítulo tercero es una exposición de la caída empezando por el pacto de obras y siguiendo por el pecado que rompió dicho pacto. En cuarto lugar, interpreta el pacto de gracia y su Mediador. El capítulo quinto está dedicado a la aplicación de la redención. Por último, en el capítulo sexto presenta la muerte y el día final. En este capítulo hay una exposición acerca de la resurrección y también del juicio, pero el tratado está incompleto porque no dice una sola palabra sobre la escatología general, es decir, el regreso de Cristo y los sucesos concomitantes. Después del cuerpo de cada sermón hay de dos a cinco aplicaciones prácticas, lo que le hace muy adecuado para orientar a los predicadores, sobre todo a los que más noveles.
Pedro Puigvert