La centralidad de Jesucristo
Seguramente, los más jóvenes no conocen el libro de Giffith Thomas “El cristianismo es Cristo”, un axioma que puede parecer obvio, pero no por ello deja de ser relevante. El autor argumenta que si a cualquier religión se la desvincula de su fundador no se altera nada, pero no ocurre así en el cristianismo porque está ligado a Cristo de un modo tan indisoluble, que nuestra visión de la persona de Cristo comporta y determina nuestra visión del cristianismo. Leer más
El remanente de Israel
Dios se reserva siempre un remanente, como en los tiempos de Elías: me he reservado siete mil hombres que no han doblado la rodilla delante de Baal (v.4). Pero debemos tener presente que este remanente salvo, lo es solamente por la gracia de Dios (v.5), no por pertenecer a una determinada raza. Cuando hablamos de la salvación de los judíos muchas veces perdemos de vista este hecho y creemos que por el mero hecho de pertenecer a Israel ya son el pueblo de Dios y no es así. Para ser pueblo de Dios todos, judíos y gentiles, tenemos que arrepentirnos y creer en Cristo para recibir la salvación. Leer más
La aparición de Cristo resucitado
Ningún ser humano presenció la resurrección de Jesús. María le vio cuando ya había resucitado, apareció a Pedro y este y Juan contemplaron la tumba vacía; los dos discípulos a los que se acercó el Señor en el camino a Emaús lo conocieron cuando partió el pan en la mesa. En el relato del evangelio de Lucas, Jesús aparece a todos los que estaban reunidos en un mismo lugar mientras escuchaban el testimonio de Cleofas y su compañero. Este texto no solo es importante por este hecho, sino porque relata el cumplimiento de su obra redentora según las Escrituras y la comisión que Jesús dejó a su Iglesia.
La providencia de Dios
En el ámbito de la doctrina de Dios que nosotros confesamos, encontramos uno de sus atributos que es muy especial: su providencia. ¿Qué entendemos por providencia divina? Una definición breve puede ser ésta: "es el poder de Dios, omnipotente y presente en todo lugar, por el cual sustenta y gobierna el cielo, la tierra y todas las criaturas de tal manera que todo lo que la tierra produce, la lluvia, la sequía, la fertilidad y la esterilidad, la comida y la bebida, la salud y la enfermedad, las riquezas y la pobreza, así como todas las cosas no acontecen sin razón alguna como por azar, sino por su consejo y voluntad".
El pecado
El pecado forma parte de la experiencia de todos los seres humanos. Algunos,cándidamente creen en la bondad esencial del hombre y quieren soslayar la realidad del pecado maquillándola con expresiones como “leves defectos” o “debilidades” de las que no somos responsables y que se pueden eliminar con medidas correctivas, pero a la larga se dan cuenta que no es así. Porque no se trata de luchar contra cierto tipo de pecados, sino con el problema del pecado como una enfermedad moral profundamente arraigada, un mal que pertenece a la misma naturaleza humana. "Está sujeto a la depravación y la condenación, y es igualmente impotente para contrarrestar la primera o evitar la segunda" (J.M. Pendleton).
El crecimiento de la Iglesia
Todo creyente, toda iglesia local, toda denominación deberá enfrentar, en un momento u otro, una suerte de mar Rojo que parecerá impenetrable, imposible de atravesar. Nuestro comité de planificación del Movimiento AD 2000 ha adoptado la estrategia del mar Rojo como estrategia de oración para su movimiento. Permitidme proponeros esta estrategia a fin de atravesar vuestro propio mar Rojo,
La miseria del hombre
Después de tratar el consuelo en la vida y la muerte, el Catecismo de Heidelberg enfila rápidamente su enseñanza apuntando al hombre como un ser que está en la miseria debido al pecado. Sin tapujos ni ambages, señala la condición humana pecadora que es el primer paso que debe conocer el hombre si realmente desea recibir la salvación de Dios. Dicha condición está claramente expresada en las palabras tomadas de varios salmos en que el ser humano es presentado como no justo, falto de entendimiento y búsqueda de Dios, descarriado, corrompido, no hacedor de lo bueno, engañoso, cuya boca está llena de maldición y amargura,
La creación del hombre
En la anterior exposición, siguiendo el temario del catecismo de Heidelberg, vimos la miseria del hombre que no cumple la ley de Dios y que por naturaleza está inclinado a aborrecer a Dios y al prójimo. También consideramos su total incapacidad para hacer cualquier acto para recibir la aprobación de Dios y que no puede por sí mismo cambiar su preferencia hacia el pecado. La pregunta que se formula el ser humano después de haber contemplado estos asuntos es si el hombre fue creado de esta manera o por el contrario hubo algo que le corrompió