La creación del hombre

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En la  anterior exposición, siguiendo el temario del catecismo de Heidelberg, vimos la miseria del hombre que no cumple la ley de Dios y que por naturaleza está inclinado a aborrecer a Dios y al prójimo. También consideramos su total incapacidad para hacer cualquier acto para recibir la aprobación de Dios y que no puede por sí mismo cambiar su preferencia hacia el pecado. La pregunta que se formula el ser humano después de haber contemplado estos asuntos es si el hombre fue creado de esta manera o por el contrario hubo algo que le corrompió

  1. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza (Gn. 1:26-27, 2:7)
    El hombre es un ser creado en un acto de la soberana voluntad de Dios y no una célula que ha ido evolucionando con el tiempo. Hasta llegar a la creación del hombre, Dios había dicho “sea hecho”, pero ahora dice: “hagamos”. Algunos interpretan este plural como una referencia a la Trinidad. Aunque es cierto que la creación se asocia al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, deducir de una forma verbal  la existencia de la Trinidad es ir más lejos de lo que la palabra significa y darle un contenido que no tiene. En realidad se trata de un plural de majestad, un hebraísmo en este caso, pero que es conocido en todos los idiomas y usado en la actualidad por reyes y mandatarios cuando se refieren a sí mismos como “nosotros” o “nos” (Por ejemplo, el rey de España o el Papa). La figura que presenta la Biblia es la de Dios modelando al ser humano como un alfarero forma una vasija (2:7). Después de crear al varón, vino la creación de la mujer. En 1:31, Dios  dice que todo lo creado “era bueno en gran manera”, pero en 2:18 que no es bueno que el hombre esté solo. Entonces  Dios practica una especie de anestesia a Adán y forma a la mujer de una costilla de este. En el original hebreo, en lugar de “hizo” es más bien “fabricó”, vayyiben un verbo que deriva de banah  y significa comprensión  o intuición, con lo que la mujer contrapesa el intelecto y la lógica del varón. Por eso solo cuando Dios hubo creado al varón y la mujer  queda completa la imagen de Dios en el hombre (Gn.1:27, 5:2).
    1. Creación a imagen y semejanza de Dios. Los términos “imagen” y “semejanza” no expresan dos realidades diversas, sino que se trata de dos sinónimos que aclaran un único concepto de “imagen semejante”. La imagen de Dios no significa imagen física porque Dios es un ser espiritual. Dios es Espíritu y cuando en Gn.2:7 dice que el hombre fue un ser viviente, se refiere a que es un ser espiritual que participa de la vida divina y de la inmortalidad de Dios. De  ahí que se le  atribuya la facultad de señorear. La imagen semejante es moral y consiste en el conocimiento, la justicia y la santidad (Ef. 4:23-24, Col. 3:10), todo esto antes de la caída y también después de la regeneración.  En tanto que ser moral el hombre fue creado recto (Ecl. 7:9) y eso le posibilitaba mantener una comunión con Dios en todas sus dimensiones.
  2. La corrupción de la naturaleza humana (Gn. 3:1-7)
    ¿De dónde procede la corrupción de la naturaleza humana?
    1. La corrupción del ser humano procede de la caída y desobediencia de nuestros primeros padres Adán y Eva. La noción de caída aplicada al hombre es un sentimiento universal  y no solo una doctrina de la revelación hebreo-cristiana. De alguna manera todas las religiones recogen este concepto en su seno porque como realidad está presente de manera continua en nuestra vida con sus manifestaciones palpables como la maldad del hombre, su inclinación al mal, su iniquidad, las contiendas que emprende, las guerras, los asesinatos, las envidias y una larga lista que harían la nómina interminable.
    2. La tentación de la serpiente. Se trata de un relato histórico corroborado por el  NT. El propósito del autor no es explicar el origen del mal, lo que le interesa mostrar es la entrada del  pecado en la raza humana. El mal ya existía antes, pero su origen no lo sabemos. Relata  la responsabilidad humana en un acto de su libre albedrío, es decir, de su libertad. La serpiente que se menciona aquí era una serpiente real, literal, no una serpiente simbólica. Eso por tres razones: a) porque se compara con otras bestias del campo, “más astuta que todas”. No se puede comparar una cosa con otra si no hay semejanza entre las dos. b) Si fuera simbólico, su castigo carecería de sentido (3:14). c) El NT también nos habla de una serpiente literal (2 Co. 11:3). La serpiente no era Satanás. En el AT no hay ninguna referencia que le identifique como sucede con los escritos rabínicos. Solamente es tomada simbólicamente como Satanás en la apocalíptica y en este sentido Ap. 12:9 y 20:2 se produce una identificación figurada. La serpiente en sí era buena como todos los animales que Yahweh había creado, pero el diablo la usó para sus propósitos malos. La palabra hebrea “astuta” se usa aquí en un sentido malo para indicar el espíritu maligno que operaba por medio de la serpiente. En Jn. 8:44, Jesús presenta a Satanás como “mentiroso y padre de mentira”, porque en la tentación empleó las medias verdades que son las peores mentiras: Dios no había dicho que no podían comer de todo árbol, sino de uno solo. La respuesta de Eva está orientada en la dirección del diablo, porque Dios no había dicho “ni le tocaréis” y además cambia el “ciertamente moriréis” por un “para que no muráis o por si acaso muráis”. El “bien y el mal” es una expresión sinónima de “todo”. Hasta entonces, el hombre tenía conocimiento del mal por revelación, cuando cayó lo tuvo por experiencia.
    3. La caída de Adán y Eva. En ella jugó su papel la triple concupiscencia de 1 Jn. 2:16: bueno para comer (los deseos de la carne); agradable a los ojos (los deseos de los ojos; codiciable para alcanzar la sabiduría (la vanagloria de la vida).Cuándo sucedió la caída? Nadie puede precisarlo porque no está revelado. Solo podemos hacer una conjetura: había transcurrido poco tiempo ya que todavía no habían procreado. Los resultados de la caída fueron: separación de Dios, la muerte, separación de sí mismos, separación de los demás, separación de la tierra, dolor y sufrimiento en el parto y trabajo físico agotador para subsistir.
  3. La  caída  nos incapacita para hacer bien y nos inclina al mal.
    Solo  hace falta ver lo que ocurrió después: cuando tuvieron hijos se produjo el primer asesinato (Gn. 4:8), la violencia hizo entrada con sus descendientes (Gn. 4:23-24) y la maldad de los hombres fue en aumento (Gn. 6:5). Por eso vino el juicio del diluvio y después de este Noé ofreció holocausto a Dios con la promesa de que no volvería a maldecir la tierra por causa del hombre (Gn. 8:21). La solución de Dios vino por otro lado implicándose totalmente  en ello al enviar a su Hijo para  llevar sobre sí  el pecado de los hombres y al Espíritu para hacer realidad su regeneración de todos los que están destinados para vida eterna (Jn. 3:3-5, Tit. 3: 4-7).

Conclusión. El hombre fue creado recto por Dios, pero en la caída arrastró a toda la raza humana. El pecado entró en el mundo por un hombre, pero todos hemos pecado. La salvación vino por  Jesucristo por gracia por  medio de la fe

Pedro Puigvert