El ganador de almas

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ganadorC.H. Spurgeon.
El Estandarte de la Verdad, Edimburgo, Inglaterra, 2013. 284 págs.

Como ya sabemos que los caminos del Señor son inescrutables, no es fácil sorprendernos casi por nada; pero algunas cosas resulta que son algo chocantes (v.g) la edición americana de este libro, de un predicador inglés, tiene un prólogo del Profesor de Teología Sistemática en la Universidad de Hamburgo, Alemania. Helmunt Thielicke, quien reconoce no saber mucho de lo que pasaba en América.

 Helmunt Thielicke, dice en su prólogo: “En el caso de que leamos libros cristianos, ¿de cuáles se tratan? Es muy probable que, en primera instancia, leamos los pertenecientes a nuestra denominación. Así sabemos a qué atenernos. Si somos de convicciones claras, pasaremos a continuación a quienes comparten nuestra línea de pensamiento. El fundamentalista leerá libros fundamentalistas; el liberal, aquellos que estén en consonancia con su propia posición; y el pietista, obras familiares para su edificación. Eso es lo que sucede en Alemania, e imagino que las cosas serán parecidas en América. La mayoría de nosotros desea fortalecerse a través de la lectura. Deseamos seguir caminos conocidos, sentirnos como en casa. Son pocos, en términos relativos, los aventureros intelectuales y espirituales que atraviesan unas fronteras claramente perfiladas.

Sin embargo, en las obras de Spurgeon, todos nosotros podemos escuchar ideas familiares y atrayentes. Tal como durante su propia vida hubo un número muy variopinto de individuos que se congregaron bajo su púlpito, así también los fundamentalistas, los liberales, los conservadores y los reformados se cuentan entre sus lectores habituales. Desde la reedición de su Doctrina de la Predicación en Alemania, me ha asombrado comprobar la forma en que teólogos de las más diversas corrientes y legos de los más dispares estratos culturales me han escrito con gran entusiasmo explicándome lo vigorizante y estimulante del efecto causado por este maestro de la predicación y la meditación espiritual. Todo este coro polifónico atestigua que el encuentro con Spurgeon les ha renovado y cambiado. Por este motivo, me alegra poder contribuir a que Spurgeon vuelva a conocerse en América.

Cuando considero el sistema dogmático que hay tras las meditaciones espirituales de Spurgeon, debo reconocer que es distinto del mío. Sin embargo, ¿qué importancia tiene eso? Veo los manantiales frescos y puros que brotan de su predicación, y esa impresión es tan fuerte que el paraje teológico donde se encuentran o el tipo de cañerías utilizado, quedan relegados a un segundo plano. Aquí, partos, medos y elamitas oyen en sus propias lenguas "las maravillas de Dios" (Hechos 2:9-11). Es  muy difícil transmitir al lector de antemano cualquier impresión fiel de las expectativas que puede tener al leer El ganador de almas. Simplemente intentaré introducir las manos en este océano y sacar algunas gotas.

Lo primero que nos sorprende es el vigor, y aun la pasión, del lenguaje. Esto no significa que el autor intente forzarnos. Nadie debe pensar que Spurgeon se limita a subir el volumen para someter a sus oyentes a la presión de la sugestión o para apabullarnos teológicamente. Si nosotros mismos no somos apasionados, difícil será que apasionemos a otros. Spurgeon es alguien sobre el que su Señor ejerce su poder, de ahí que también él dimane poder.

La segunda cuestión que nos llama la atención es que Spurgeon predica el evangelio, no la ley. No es un Savonarola que flagele a los pecadores de su tiempo. En este sentido, es llamativa la forma en que, por regla general, las personas gustan de recibir una reprimenda por parte de un predicador. Así, en el libro, Spurgeon nos enseña a los que somos predicadores que no debemos concebir nuestra congregación como meros consumidores de la Palabra y encargarnos de hacerlo todo como solistas. En lugar de eso, debemos convertir a nuestros miembros en fuentes de vida y contribuir a su madurez espiritual. Debemos dejarles clara su responsabilidad misionera. El verdadero predicador no es el predicador mismo, sino la congregación viva y espiritualmente consciente. La vitalidad de una congregación se puede determinar por el hecho de que sea un equipo de misioneros.

Spurgeon busca al oyente y se adapta a él para hacerle ver la clase de revolución que necesita su vida, no deja lugar a dudas de que este mensaje sacudirá los mismísimos cimientos de su vida, que será como un aguijón en su carne. Por ese motivo, es un representante fiel de la Palabra de Dios, y no un mero estratega psicológico como muchos evangelistas modernos”.

En el Prefacio a la edición original, se dice que este libro se publica bajo las directrices de C.H. Spurgeon, puesto que él mismo había preparado ya para la imprenta la mayor parte del material que aquí se presenta, y el resto de sus manuscritos se han introducido tras una somera revisión. Su propósito original era ofrecer a los estudiantes del Seminario Teológico un pequeño curso de conferencias acerca de lo que él denominaba "el oficio más regio": GANAR ALMAS. Una vez completada la serie, se propuso reunir los discursos en torno a este mismo tema que había dirigido a otras audiencias, y publicarlo todo junto para guía de todo aquel que deseara ser ganador de almas. Paralelamente, tuvo la esperanza de inducir a muchos más de los que ya profesan el cristianismo a dedicarse a tan bendito servicio para el Salvador.

Sirva esta explicación para aclarar la distribución del libro. Los seis primeros capítulos contienen las conferencias del Seminario Teológico; a continuación, siguen cuatro charlas ofrecidas a los maestros de escuelas dominicales, predicadores al aire libre y amigos que asistían a las reuniones de oración los lunes por la noche en el Tabernáculo; el resto del volumen consiste en una serie de sermones en los que se recomienda encarecidamente a todos los creyentes en el Señor Jesucristo la obra de ganar almas.

Durante más de cuarenta años, C.H. Spurgeon fue, con su predicación y sus escritos, uno de los mayores ganadores de almas; y, por medio de sus palabras impresas, continúa siendo el medio de conversión de muchos en todo el mundo. Creemos, por tanto, que muchos miles disfrutarán con la lectura de lo que habló y escribió acerca de lo que él llamaba "la ocupación principal del ministro cristiano".

 El pasado 10 de mayo de 2014, se cumplían 180 años del nacimiento de Carlos Haddon Spurgeon. Este día se celebró en la librería Abba de Barcelona, una conferencia sobre C.H. Spurgeon, pero no se aprovechó la celebración en la promoción del acto. El conferenciante, Roberto Velert, compartió algunas curiosidades, cosas de su vida: “Cuando Charles Spurgeon aún no tenia 10 años, un misionero visitante, (en casa de sus abuelos donde vivió casi seis años), Richard Knill, (conmovido por los intensos deseos de Carlos por conocer la Biblia, elevó una oración intercesora por el niño) y dijo que un día predicaría el evangelio a miles de personas y sería predicador en la capilla de Rowland Hill, la iglesia disidente más grande de Londres. Se cumplieron sus palabras.

La Iglesia New Park Street invitó a Spurgeon a venir por un período de prueba de 6 meses, pero Spurgeon pidió que fuera por solo de 3 meses, ya que "la congregación pudiera no aprobarme, y no quiero ser un obstáculo". Cuando llegó, en 1854, la congregación tenía 232 miembros. Al final de su pastorado, 38 años después, ese número había aumentado a 5.311. (En total, se añadieron 14.460 personas a la iglesia durante el pastorado de Spurgeon). La iglesia fue la mayor congregación independiente en el mundo.

Haciendo una prueba de la acústica en el gran Agricultural Hall, Spurgeon gritó: "¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".  Un trabajador que permanecía trabajando en las vigas altas del edificio, oyó esto y se convirtió a Cristo como resultado de escuchar tan hermoso texto.

Spurgeon se reunió a menudo con Hudson Taylor, el famoso misionero en China, y con George Müller, el fundador de los orfanatos de Bristol. Spurgeon tenía dos hijos gemelos, y ambos se convirtieron en predicadores. Thomas  tuvo éxito al lado de su padre como Pastor del Tabernáculo, y Charles Jr., se hizo cargo del orfanato que su padre había fundado.

Spurgeon habló con tanta fuerza contra la esclavitud que los editores estadounidenses de sus sermones comenzaron a censurar sus comentarios sobre el tema.

 E.V. Giró - Barcelona