Thomas D. Hanks.
Editorial Clie, 2012, 382 pp.
El subtítulo reza así: Buenas Nuevas para: Pobres, Marginados y Oprimidos. En realidad más que un subtítulo es una clave hermenéutica con la que el autor lee el NT. Confiesa Hanks que “por más de treinta años he abogado por utilizar <opresión> como <cuña hermenéutica clave> para interpretar las Escrituras”. Es decir, se ha hecho unas gafas a su medida para leer la Biblia con ellas, pero el término opresión, que ciertamente se halla en el NT, pero no tantas veces como dice Hanks. No creemos que como método sea lo más adecuado, por una razón muy clara: hace una lectura sesgada y parcial de la Biblia, cuyo mayor exponente es este libro. Por el hecho de que un término se repita una cierta cantidad de veces en las Escrituras, ¿podemos convertirlo en una clave hermenéutica? Ciertamente no. Así, empieza con la “opción por los pobres” frase de la teología de la liberación y luego va formando círculos concéntricos abarcando los temas de este ámbito. Usa también otra clave como cuña hermenéutica: las “minorías sexuales” oprimidas y marginadas. En este sentido, interpreta las palabras de Jesús cuando dice estarán dos en una cama, que se trata de dos hombres, una pareja homosexual. La interpretación de todos los textos es totalmente ideológica.
Thomas D Hanks es Presbítero Ordenado de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos. Doctor en Sagrada Escritura, Licenciado en Teología y Periodismo. Cursó sus estudios en el Princeton Theological Seminary; Wheaton Graduate School of Theology, Concordia Seminary y Northwestern University. Es Misionero en Latinoamérica junto a su esposa Joyce desde 1963. Ha colaborado con la Fraternidad Teológica Latinoamericana y con IFES/Inter-Varsity.
Al comentar el texto bíblico, evidentemente es un comentario, pero que sea exegético lo ponemos en duda, pues solo se interesa por aquellas frases o términos que son susceptibles de ser interpretados en clave de opresión o minoría sexual. El orden es el siguiente en el evangelio de Mateo: empieza con un bosquejo dentro de un cuadro. Lo que se llama comentario, consta de una introducción, en donde al lado de conceptos tradicionales, como el género literario, pasa a destacar algunos temas como “los pobres de espíritu”, el reino de los cielos, los débiles, enfermos y discapacitados, las mujeres y minorías sexuales, Pedro y la ley. Baraja la hipótesis de que Mateo al ser marginado como cobrador de impuestos, era homosexual. Asimismo, cuando en el Sermón del Monte (5:22) Jesús habla de airarse contra el hermano y se le insulta, en arameo reyqa, transliterado al griego por raca, que se suele traducir por insensato o necio, Hanks lo traduce por “maricón”. Al final de cada evangelio, epístola, etc., hay una bibliografía y lo que al autor ha añadido a esta revisión del libro, son resúmenes y reseñas sobre el libro bíblico, comentado en obras de otros autores de tendencia “Queer” en inglés.
Como el pasaje de 1 Co. 6:9-11 entra la categoría de la minoría sexual, practica la exégesis del calcetín (darle la vuelta al texto) la eiségesis, de tal manera que la frase los que se echan con varones, la convierte en una práctica abusiva o explotación sexual por los dominantes o fuertes; y los afeminados eran los que pasaban mucho tiempo al lado de mujeres. Siguiendo con “la exégesis del calcetín”, forzosamente debía enfrentarse con Ro. 1:26-27. En cuanto al v. 26, el cambio del uso natural de las mujeres por el que es contra naturaleza no se trata de lesbianismo, sino que las mujeres paganas se ofrecían sexualmente a varones para mantener relaciones anales, para evitar la procreación. Con relación al v. 27, dice que Pablo manifestaría cierta dependencia de Lv. 18:22 y 20:13 y como estos textos solo prohíben las relaciones anales varón con varón y no otras expresiones homoeróticas, no debemos decir que prohíbe la homosexualidad. Y para redondearlo dice. “Los sacerdotes que escribían Levítico siglos antes de los preservativos (y tiempo después del exilio en Babilonia) se opusieron ferozmente a una práctica varonil que comúnmente en su experiencia era violenta, injusta, humillante, idolátrica y siempre infértil. Sin saberlo, también protegieron a Israel del flagelo de muchas enfermedades que pueden ser transmitidas por el sexo anal sin preservativos –pues en efecto enseñaron un tipo de lo que hoy llamamos el <sexo (más) seguro>-”. Así llega a la conclusión que Pablo no se refiere a la homosexualidad y no dice nada del lesbianismo, “sencillamente extiende la referencia al sexo anal masculino para incluir mujeres con varones”. ¡Realmente insuperable!
Su casi velada referencia a la hipótesis documental sobre Levítico, cuando dice que lo escribieron sacerdotes tiempo después del exilio babilónico, nos lleva a considerar también su seguimiento de la Alta crítica en cuanto al NT. En el libro sigue el orden que tenemos en nuestras Biblias, pero lo considera un desorden canónico tramposo, mostrando en una de las páginas iniciales el orden cronológico: empieza por las cartas tempranas de los hermanos de Jesús, sigue por las cartas incuestionables del apóstol Pablo, Quelle (material común de Mateo y Lucas) y Hebreos; los evangelios sinópticos y Hechos, dos cartas de la tradición petrina que sitúa en los años 80-90 d.C. y por tanto, no fueron escritas por Pedro, sino que surgieron del círculo petrino de Roma. A continuación coloca tres cartas que son llamadas deuteropaulinas (Col. Ef. Y 2 Ts.), escritas por discípulos de Pablo a iglesias posteriores. Luego vienen las pastorales escritas por discípulos de Pablo a dos emisarios (90 d.C.). Por último, están los escritos joánicos, que no fueron escritos por Juan, sino por un discípulo suyo, sin embargo, el evangelio refleja las enseñanzas de Juan transcritas después de su muerte. Con relación a Apocalipsis, dice que hubo dos ediciones, una del año 64 d.C. y la segunda del año 95 d.C. Y para completar el cuadro, todos los escritos de Juan son obra de una comunidad joánica que conservó las enseñanzas del apóstol y las redactó para la posteridad.
Debemos decir que si en el resto no ha escrito un comentario exegético, aunque interpreta algunos pasajes, en cuanto a Apocalipsis, es una simple introducción sobre algunos temas extraídos con pinzas de la revelación de Jesucristo. Por ejemplo, se pregunta sobre si por un par de textos se puede considerar que hay antijudaísmo. Es evidente que Apocalipsis se dirige a una iglesia perseguida, pero el autor ha añadido a los pobres, oprimidos y discapacitados. Un tercer tema es la opresión, violencia y justicia liberadora; sigue por las mujeres y las minorías sexuales. Sobre este último asunto, en realidad es una crítica al libro por mencionar a la gran ramera. Para terminar queremos aludir a una barbaridad para que nos demos cuenta hasta dónde puede llegar la influencia del feminismo militante: “Los vírgenes/célibes no contaminados (Ap. 14:4) son masculinos, claro (Tina Pippin 1994:113), pero (como buenos transexuales) al final forman parte de la novia femenina, esposa del Cordero masculino”.
Lo subversivo del título es la acepción destructora del término de la exégesis tradicional para pasar a introducir un concepto contemporáneo que se va imponiendo en el mundo y ya han asumido unas pocas iglesias. Para aficionados a las rara avis.
Pedro Puigvert