Kyle Idleman.
Editorial Portavoz. 2018. 188 pp.
Es un libro que trata de la gracia de Dios como reza el título. Sin embargo, el enfoque no es el tradicional con una exposición de la enseñanza de las Escrituras sobre una doctrina fundamental y que forma parte del lema de la Reforma como una de las cinco solas. El autor lo ha querido así y da por sentado que esto ya se conoce, por lo que su propósito es lo empírico. Lo expresa de la siguiente manera: “La gracia de Dios es convincente cuando se explica, pero irresistible cuando se experimenta”. Es decir, lo que piensa lograr es que el lector experimente los efectos de la gracia en su vida. El libro consta de tres partes en que al título le añade “que tus equivocaciones” en la primera, “que tus heridas” en la segunda y “que tus circunstancias en la tercera”.
El estilo es el propio de un libro fácil de leer, con mucha abundancia de ilustraciones, experiencias propias y ajenas e historias que le han ocurrido durante su ministerio. Lo que no acabamos de entender es por qué los editores han buscado el testimonio de 13 conocidos escritores, que en realidad no ponderan el libro, sino que compiten en ensalzar al autor por todo lo alto. Si como es de suponer es verdad lo que se dice de él, no hacía falta toda esta propaganda quemando tanto incienso que casi no nos deja ver el libro. Kyle Ildeman es pastor docente en una megaiglesia de Louisville, Kentucky, galardonado escritor de éxitos de ventas y un orador muy solicitado en convenciones nacionales e iglesias influyentes. En este curriculum, hay dos cosas que nos ponen en guardia: por un lado que escriba libros para consumo popular y por otro, que esté muy solicitado por iglesias influyentes, ya que nos gustaría saber en qué campo. De entrada se nota en una anécdota, en que confiesa que tiende a ser especialmente duro cuando habla en un salón lleno de hombres y que después cuando termina se siente muy bien por haber apaleado a miles de ellos. Nos preguntamos si este es el objetivo de la predicación o si el ministro cristiano debe ser fiel a la Escritura y aplicarla correctamente, sin que la intención sea la de apalear dialécticamente a los oyentes. Escribe sobre la gracia, más bien de la común que de la salvífica, pero en su fuero interno disfruta con todo lo contrario.
Algunas ilustraciones sacadas de experiencias personales hacen el papel de fundamento y te haces preguntas, no en la dirección que ha usado la historia, aparte de que su relación con el tema de la gracia está sacado por los pelos. Por ejemplo, la historia de su hijo que se dedicaba a pedir caramelos y llevar el control de lo que le daban en Halloween y él le sustrajo tres de la bolsa, pero su hijo lo descubrió. Al autor le costó admitir que había sido él. Sin embargo, nosotros nos preguntamos cómo él, un ministro del evangelio, no ha enseñado a su hijo que esta fiesta pagana debería ser descartada por un cristiano y sin embargo, en lugar de eso de alguna manera él participa de ella. Ya sabemos que en EEUU está muy arraigada esta fiesta, aunque sea importada, pero los cristianos deberían ser más críticos con ella, ya que en muchas cosas cuelan el mosquito, pero en otras tragan el camello y esa es una de ellas.
Hay frases en el libro que deberían ser obviadas. Ejemplo: “estaba acostado con mi esposa”, aclaración innecesaria, ya que es lo habitual, salvo que hubiera estado acostado con otra persona y de ahí quisiera sacar una lección. El uso del inglés americano “clóset” es ajeno al español y debería decir armario empotrado. El traductor debe estar familiarizado con este término y lo ha dejado como neologismo.
El libro ganaría si en vez de tantas anécdotas tuviera un mayor contenido bíblico, pero es un ejemplo más de la mediocridad actual
Pedro Puigvert