Juan Antonio Estrada.
Editorial Trotta. 2015, 180 pp.
El autor empieza por decirnos que hasta el siglo pasado, todas la religiones daban el término “Dios” tenía un contenido específico, pero ahora ya no es así. Las confesiones cristianas podían estar de acuerdo con las palabras del credo, una de las más antiguas confesiones de fe, sino la que más. Hoy en día ya no es así y explica los cambios producidos. Este libro se ha elaborado en el marco del Grupo de Investigación “Antropología y Filosofía” (SEJ126), financiado por la Junta de Andalucía. Asimismo forma parte del proyecto de excelencia “Las pasiones y la naturaleza humana”. ReferenciaFF12010-16650 del Ministerio de Ciencia e Innovación. Para el autor “Dios” es un concepto formal, que admite ideas diferentes y contenidos opuestos.
La descripción que hace de nuestra sociedad y la forma de vivir su religiosidad está muy acertada. Aunque el autor lo coloca en el marco de su propia religión, el catolicismo, el análisis es válido para las demás confesiones cristianas. Es cierto que hoy ha aumentado el desconocimiento del cristianismo para muchos que se llaman cristianos. Clasifica a distintos grupos de personas: a) los que creen sin pertenecer. Son los que van por libre y no se integran en ninguna iglesia. Quieren una religión a la carta; b) los que pertenecen sin creer. Son los que siguen asistiendo a ritos, prácticas y devociones de su religión, pero nos les afecta en su vida cotidiana. Son los nominales; sin embargo, los cristianos nominales, decimos nosotros, se dan más en las iglesias estatales paidobautistas que en las iglesias libres, donde para pertenecer primero hay que creer y confesarlo públicamente por medio del bautismo.
En el primer capítulo, entre otras cosas, trata sobre el proceso de formación del canon de las Escrituras. Una cuestión esta de suma importancia porque en ellas tenemos todo lo que debemos creer y hacer. No obstante, su exposición es la clásica del catolicismo, lo que no nos debe extrañar, porque entre otras cosas es doctor en teología por la Universidad Gregoriana de Roma. Su razonamiento sobre el canon del NT, no es aceptable para nosotros: el discurso ya es sabido, la comunidad cristiana recopila los testimonios de Jesús y determina los escritos en los que hay que creer. O sea, es la iglesia (católica, por supuesto) la que crea el canon y lo dice con estas palabras: “la Iglesia en cuanto comunidad e institución creó el canon neotestamentario. Antes de que existieran estos escritos ya había Iglesia, que subsistió más de un siglo sin un canon normativo”. Pero se olvida de algo esencial: estaban los apóstoles los cuales constituyen el fundamento sobre el que se edificó la Iglesia (Ef. 2:20). El reconocimiento, primero de la tradición oral y de los escritos apostólicos como normativos por la Iglesia (2 Ts.2:15), es el reconocimiento del canon ya existente, no su creación, como si ella determinase los escritos como canónicos. La Iglesia nace de la predicación apostólica y son estas palabras las canónicas y no al revés. Como dijo Stonehouse: “Los escritos bíblicos no poseen autoridad divina porque están en el canon, sino que están en el canon porque son inspirados”. La autoridad no les viene de la institución eclesial católica, ni de ninguna otra, sino por su autoridad apostólica exclusiva. Si bien en el Concilio Vaticano I aprobaron que “La Iglesia tiene las Sagradas Escrituras como libros <sagrados y canónicos>, no porque compuestos por sola industria humana, hayan sido luego aprobados por ella; ni solamente porque tengan la verdad sin error; sino porque escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales han sido entregados a la misma Iglesia” (Dz. 1787). En cambio, en el Concilio Vaticano II dijeron: “La Tradición apostólica, hizo discernir a la Iglesia qué escritos constituyen, la lista de los libros santos” (DV 8,3) que es lo que viene a decir Estrada en este libro, como ya hemos comentado.
El resto del libro se ocupa del creer en una cultura escéptica, preguntarse por Dios, la revelación, de la fe en Dios a la fe en Cristo y de la teodicea a la antropodicea. Como conclusión responde a la pregunta del título del libro: “Que nos identificamos con el proyecto de vida de Jesús. También, que asumimos la muerte desde la esperanza y la identificación con el Crucificado. Este es el credo cristiano, que hoy sigue siendo válido para muchas personas”.
Juan Antonio Estrada es catedrático de Filosofía en la Universidad de Granada, condición que se nota en el modo de tratar las temáticas de esta obra y aunque también es teólogo, aparece más el filósofo que el teólogo, sin dejar de estar presente el segundo, pues como dice en este libro: ”la vinculación de la teología y la filosofía ha marcado a Occidente a lo largo de la historia”. Salvo en el capítulo que trata de la revelación y en el penúltimo sobre la fe en Dios y en Cristo, el tratamiento bíblico en el resto es escaso.
Pedro Puigvert