¿Programados por Dios o libres para decidir?

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Dudley Ward.
Centro Evangélico de Formación Bíblica, 2020, 198 pp.

Probablemente, el uso de la palabra “programados” para referirse a la elección divina no es la más adecuada como título. En realidad, el libro se ha escrito para examinar y contradecir  lo que señala el subtítulo. La nota al final de los agradecimientos que dice ser aclaratoria, hecha por los editores, incurre en un error histórico porque los cinco puntos no pertenecen al sistema teológico de Calvino, sino que fueron sistematizados en el Sínodo de Dort, más de cien años después del nacimiento del reformador francés y 54 después de su muerte. La teología reformada recibió la influencia de Calvino, pero la sistematización en cinco puntos pertenece al concilio de Dort, como dice el historiador holandés Bernard Coster: “fue un sínodo nacional al que asistieron también representantes de las iglesias reformadas extranjeras, excepto las francesas retenidas por su rey. El sínodo de Dort ha sido el único concilio protestante hasta ahora, a pesar de que los luteranos no participaron. Fijó, con una unanimidad sorprendente, la doctrina de la iglesia reformada. La teología de Dort rechazó el arminianismo con su tendencia al humanismo y se distanció del hipercalvinismo, y de esta manera salvó los principios de la Reforma de la sola gracia y la sola fe en las iglesias reformadas”. Por otro lado, denominar los cinco capítulos de los cánones de Dort “las cinco solas de Calvino”  haciendo un  paralelismo con las cinco solas de la Reforma, es una boutade, porque ni empiezan por “sola” ni fueron redactadas por Calvino.

La motivación para escribir este libro, según cuenta el autor, fue porque un amigo suyo misionero que había sido espiritista, le acosaban algunos pecados ocultos que le llevaron a pensar que no era  contado entre los elegidos y no había sido predestinado a la vida eterna; falleció por dejadez personal y hambre en una buhardilla. Achaca a la doctrina de la elección del calvinismo, el trágico fin de su amigo. Confiesa que no es arminiano, pero se plantea si la salvación es por elección divina o por la libre respuesta de cada individuo,  o sea, hace recaer la salvación en una decisión humana, es decir, ¡es arminiano! Ha escrito este libro y no se ha dado cuenta que son dos caras de la misma moneda, Dios toma la iniciativa y nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4), pero no  ha puesto una marca para saber quiénes son los elegidos, sino que los que escuchan el Evangelio y responden libremente en arrepentimiento y fe, ambos son dones de Dios, son salvos (Hch. 11:18; Ef. 2:8). En los capítulos tres y cuatro, punto VIII de los Cánones de Dort dice: “Promete también de veras a todos los que vayan a él (Dios) y crean, la paz del alma y la vida eterna”. El calvinismo no niega la libertad del hombre para responder con fe al mensaje del Evangelio.

En la introducción, después de mencionar los cinco puntos del calvinismo, traduce una frase de lo cánones sacada de una web que no encaja con la versión oficial de los mismos. Por ejemplo, donde en la versión oficial dice “incapaces de algún bien saludable o salvífico” Ward ha puesto: “incapaces de nada bueno” que es una versión tendenciosa por no decir algo más fuerte. Haríamos esta reseña interminable si fuéramos señalando casos semejantes a este. El cuerpo del libro está compuesto por 17 capítulos y un apéndice con solo textos de la Biblia. En el primero, hace una breve descripción de quien era Calvino y de algunos contemporáneos del reformador. Como por ejemplo, Miguel Servet, que siguiendo la inercia de algunos que no han estudiado el proceso, dice que “Calvino ordenó su arresto y fue juzgado, condenado y quemado en la hoguera con la aprobación de Calvino como de otros reformadores”. De esta frase, lo único que es cierto es que fue juzgado, condenado y quemado en la hoguera, pero todo lo demás es una infamia, pues Calvino no intervino ni en el arresto, ni en el juicio, ni en la condena, ni en la quema. También dice que a Servet se le atribuye el haber trazado la circulación de la sangre, pero eso tampoco es cierto porque lo que hizo fue divulgar el descubrimiento de la circulación menor de la sangre que va del corazón a los pulmones, pues en realidad ya había sido descubierto por el médico árabe Ibn an Nafis en el siglo XIII. William Harvey tampoco fue el descubridor, sino que el describió la circulación de la sangre que bombea el corazón. Cuando Ward cita a los anabaptistas no distingue los diferentes grupos que aparecieron en el tiempo de la Reforma, como el movimiento de los campesinos liderado por el predicador Tomás Müntzer con una predicación revolucionaria y mística. “Durante la guerra de los campesinos el movimiento perdió su orientación evangélica inicial. Rechazó la reflexión teológica de la Reforma protestante y se dejó dirigir por un conjunto ecléctico de ideas místicas, apocalípticas, tendencias legalistas y moralistas, pero también antinomistas” (Bernard Coster). Müntzer representa el anabaptismo violento y los menonitas el anabaptismo pacifista. La reforma radical se fragmentó en grupos pequeños con tendencias sectarias.

Sobre el alcance de la muerte de Cristo se ha escrito mucho innecesariamente, porque a fin de cuentas el resultado final es el mismo. La sentencia de Pedro Lombardo es concluyente: “la muerte de Cristo fue suficiente para salvar a todos, pero solo es eficiente para los elegidos”.  ¡Hay que ver lo que ha calado el participio presente “llamado” del verbo llamar usado como sustantivo que hasta el traductor inglés nacido en España incurre en este error! ¿Por qué se han tomado las citas de la RVA2015 preparada para América latina y no una edición que use el castellano de España? La exégesis de Hch. 13:48-49 no toma en consideración el contexto inmediato yendo a buscar un texto remoto que no está en conexión con este. F.F.Bruce dice con  relación a estos vv: “No hay razón para debilitar la nota de predestinación aquí” (griego: tetagménoi de tasso, dispuestos en formación). Ward se esfuerza en demostrar que la perseverancia de los santos o seguridad de la salvación depende de nosotros mismos, pero en ningún momento cita 1 P. 1:5 que dice que somos guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. O sea, la seguridad de nuestra perseverancia depende de la preservación  divina. Y al igual que la salvación presente, la salvación completa final también se recibe por la fe.

Dudley Ward fue piloto de la RAF en donde en el curso de su colaboración con el capellán de su unidad, sintió el llamamiento a un ministerio cristiano a tiempo completo. Estudió en el Instituto Bíblico Emaús en Suiza. Al terminar completó sus estudios en el Toronto Bible College de Canadá. De regreso se instaló en Francia y compró un pueblo en ruinas y allí edificó un lugar para retiros de obreros cristianos de habla francesa. Actualmente tiene un ministerio itinerante para ayudar a misioneros y obreros nacionales.

Al finalizar la lectura de este libro, uno tiene la impresión que el autor siente cierta animadversión hacia Calvino, sin distinguir lo que pertenece al pensamiento teológico del reformador francés y lo que es el calvinismo de Dort. Más que al calvinismo, su crítica es al hipercalvinismo que creemos confunde en la mayoría de exposiciones doctrinales que hace y eso puede inducir a error en aquellos que acepten los postulados de este libro sin  compararlos.

Pedro Puigvert

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