Daniel Benítez Vega.
Centro Evangélico de Formación Bíblica, 2018, 133 pp.
El libro está prologado por el Rector del Instituto Superior de Teología “CEIBI”, Dr. José Manuel Díaz Yanes. Por él sabemos que este libro es consecuencia de un trabajo de fin de grado para obtener el Grado en Teología en el Centro de Investigaciones Bíblicas (CEIBI). El tema del libro tiene un evidente interés ante el déficit de conocimiento de esta doctrina fundamental en buena parte de creyentes evangélicos y no precisamente por ser recién convertidos, sino que en muchos casos llevan bastantes años en el evangelio. La mitad de las obras que hay en la bibliografía son de autores católicos, mayormente del Secretariado Trinitario que es un especialista en esta doctrina y la otra mitad de autores evangélicos de los que solo dos son españoles.
Daniel Benítez es maestro de profesión. Es obrero de las Asambleas de Hermanos y junto con su esposa sirven al Señor en la iglesia de San Pedro de Alcántara (Málaga). Su ministerio de enseñanza bíblica lo realiza tanto en su iglesia local como en toda España. Es profesor de ERE y de Teología en el CEIBI y en FoCO Bíblico-Andalucía. Colabora con Nueva Luz y con Unión Bíblica como redactor de las Notas Diarias y en Caminata Bíblica.
El libro contiene una introducción y siete capítulos, aunque el séptimo es solamente un epílogo, por lo cual, realmente son seis. El primero es una exposición de las evidencias de la razón y bíblicas que apoyan la doctrina de la Trinidad. En el segundo se formula la doctrina de la Tri-Unidad, en donde destacan los temas de la procesión del Hijo y del Espíritu y la cuestión del filioque. El tercero amplía la formulación con un recorrido histórico teológico y una exposición de la doctrina. El cuarto trata de las desviaciones de esta doctrina con la mención de las herejías antiguas y modernas. En el capítulo cinco se exponen las consecuencias y aplicaciones prácticas de esta doctrina. Con relación a la oración se inclina por el hecho de que podemos dirigir nuestras oraciones a cualquiera de las personas de la Trinidad, porque las tres son Dios. Sin embargo, creemos que no tiene en cuenta que este no es el modelo bíblico que está por encima de su argumento, puesto que según las Escrituras, conforme a la enseñanza de Jesús, debemos dirigirnos al Padre en el nombre de Cristo (Jn. 14:13) como mediador e intercesor y orar en sintonía con el Espíritu Santo el cual intercede con gemidos indecibles (Ro.8:26). Cristo intercede por nosotros fuera de nosotros, el Espíritu lo hace dentro de nosotros cuando forma la verdadera oración en nosotros. Cada persona de la Deidad juega un papel en relación con la adoración y la oración y nosotros debemos respetar este plan y ajustarnos a él. No es que condenemos a nadie por orar incorrectamente, sino que tenemos celo por enseñar a orar correctamente tal como nos instruyen las Escrituras. Además, hay un peligro evidente cuando no se distinguen las personas en la oración. Hay hermanos que se dirigen al Padre y le hablan como si fuera el Hijo y le dan gracias por haber muerto por ellos en la cruz. Si nos dirigimos al Padre debemos ser conscientes de ello y no mezclar a otras personas divinas. Jesús enseñó a orar a sus discípulos diciendo: “Padre nuestro”… (Mt. 6:9) y lo que pedimos lo hacemos en nombre de Cristo. Si nos dirigimos a Cristo, ¿En nombre de quien lo hacemos?
El capítulo sexto es de conclusiones con un resumen breve del contenido del libro. Destaca la siguiente frase: “no podemos prescindir de la doctrina de la Triunidad de Dios sin correr el peligro, no solo de despreciar la única revelación fidedigna de Dios, sino de despojarnos de los grandes recursos que cada una de las personas divinas nos ofrecen para nuestra salvación, crecimiento y glorificación como hijos de Dios”. Finaliza con lo que llama estocada final en que comprueba la presencia de la Trinidad en Ap. 1:4-6. Inconscientemente, dice que ha querido acercarse a la persona de Dios, cuando debería decir a las personas de Dios, pero este es un fallo en que incurren bastantes sobre todo cuando hablan en público.
Pedro Puigvert