La misericordia, los pobres y el reino de Dios.

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José Manuel Andueza.
Editorial Desclée de Brouwer, 2016, 217 pp.

Cuando el papa Francisco publicó en 2015 la bula en la que convocaba el jubileo extraordinario de la misericordia, aparecieron en el mercado editorial católico, un buen número de libros que trataban el tema en sus variados aspectos y que reseñamos tres de ellos  en la edición en papel de nuestra revista nº2/16. Este es otro más que se presentó el año siguiente de la convocatoria.

Su autor es un pamplonés licenciado en Teología Sistemática por la Facultad de Teología de Cataluña. También es licenciado en Psicopedagogía y miembro del equipo de Cristianismo y Justicia. Los discursos del papa Francisco tienen un tema recurrente: la misericordia y no es de extrañar que convocara un jubileo extraordinario  con la bula Misericordiae vultus (El rostro de la misericordia). Tanto es así que se considera un tema central en la teología de Bergoglio. Pero aparte de eso, hizo la convocatoria en vísperas del sínodo de la familia, y también poco tiempo después de la beatificación de monseñor Romero el obispo asesinado en San Salvador. Asimismo, hizo la convocatoria cuando en la iglesia católica soplaban vientos de corrupción, alianzas con poderes económicos y políticos, abusos a menores y encubrimientos. Supo calcular bien el momento de tratar un tema de tanto calado.

El autor se propone descubrir el significado de la palabra misericordia en la Biblia. Jesús es el rostro de la misericordia del Padre y de ahí el título de la bula. En el primer capítulo expone la etimología del término. Sin duda, el más conocido es hesed, una palabra que significa bondad, fidelidad benevolente, misericordia que perdona (Jer. 31:3). Luego tenemos la fórmula hesed y emet, la misericordia y la fidelidad (Sal. 25:10; 40:11; 85:10; 138:2; Éx. 34:6; 2S. 2:6, 15:20; Mi. 7:20). Por estos textos vemos la relación entre fidelidad y verdad y eso es porque la expresión es hesed we’emet, un endíadis. Hesed es puesto también en relación con berit, (pacto, Dt. 7:9). Y el último término es rahamim, misericordia sin limitaciones (Éx. 33:19). Estas palabras se corresponden en el NT a eleos (misericordia, piedad) oiktirmos (compasión)  y splagchna (entrañas de misericordia).  A todo esto sigue el sentido profundo. En el segundo capítulo se refiere a la misericordia como atributo divino. En el tercer capítulo expone el sentido actual de  la revelación misericordiosa. En el cuarto la misericordia se concreta en Jesús.El quinto y breve capítulo trata del Espíritu Santo: es el comunicador de la misericordia. Hay un sexto capítulo que es la conclusión de la primera parte.

La segunda parte, la más práctica, se centra en el reino de Dios y los pobres en cuatro capítulos. Pone por delante a los pobres porque son los receptores de la misericordia. Aunque brevemente, es importante resaltar la relación que establece entre pobre y pecador, como de las estructuras injustas. Sin embargo, no está basada en la Biblia, sino en las ideas de algunos teólogos. Ocurre lo mismo, cuando se refiere al reino de Dios, porque tanto el concepto de la opción por los pobres y como del reino mismo sigue la estela de los teólogos de la liberación. Las pocas referencias bíblicas que encontramos en esta parte del libro son interpretadas según la teología liberacionista. En el capítulo final, la  misericordia se presenta como acto de la nueva creación, pero su exposición es decepcionante desde nuestro punto de vista, porque su interpretación consiste en continuar colaborando con la creación regalada, pues no hay ruptura con ninguna etapa anterior, con lo que vemos cierta similitud con el postmilenarismo.

Este libro es desigual, en la primera parte hay un trabajo excelente de análisis etimológico, pero en la segunda que correspondería trasladar su significado bíblico a la práctica, sigue más los postulados de una teología que no está imbuida de la Biblia, sino en la filosofía materialista dialéctica en la que se inspiró la teología de la liberación.

Pedro Puigvert

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