Luis F. Ladaria.
Secretariado Trinitario. 2015, 609 pp.
La Orden de la Santísima Trinidad y de los cautivos, fue fundada oficialmente en 1198 por los franceses Juan de Mata y Félix de Valois, conocida de manera abreviada como Trinitarios. Es una institución oficial no monástica de la Iglesia católica dedicada a la redención de los que sufren bajo el yugo de la cautividad. El cautivo más famoso que rescataron fue Miguel de Cervantes. Desarrollan su actividad literaria a través de la editorial Secretariado Trinitario, propiedad de los Trinitarios de la Provincia de la Inmaculada (España-Norte). Surge después del Concilio Vaticano II (año 1967) con el objetivo primordial de promover el conocimiento teológico-pastoral del misterio central del cristianismo, la Santísima Trinidad. Frente a una visión reductiva del Dios revelado en Jesús, al que se consideraría como un Dios más entre las diversas ofertas que presenta el "deísmo" o el "teísmo" modernos, el Secretariado Trinitario está empeñado en poner de relieve la originalidad del Dios revelado en Cristo, que es un Dios, fuente de vida y esperanza: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En esta línea viene desarrollando una intensa actividad editorial, tanto a nivel teológico como a nivel pastoral.
Esta obra, subtitulada “El misterio de la Trinidad”, es la quinta edición. La primera apareció en 1998. Desde entonces ha sido objeto de dos reimpresiones (2000 y 2005). Ha sido traducida al italiano, portugués e inglés. Transcurridos más de diez años de la publicación inicial, parecía conveniente una puesta al día y el autor ha hecho una reelaboración profunda de ella. Ha incorporado la bibliografía más relevante aparecida desde entonces o en los años anteriores que no había tenido noticia de ella. Se ha incluido también parte de la monografía “La Trinidad misterio de comunión” que publicó en 2002.
Luis Francisco Ladaria Ferrer es un jesuita mallorquín que hizo sus estudios de Filosofía en la Universidad Pontifica Comillas y de Teología en la Facultad jesuítica Sankt Georgen de Frankfurt am Main y en la Universidad Gregoriana de Roma. Desde 2008 es arzobispo titular de Thibica (Túnez) y Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es autor de innumerables obras de teología, muchas de las cuales han sido traducidas a diversas lenguas.
El Dios vivo y verdadero, título extraído de 1 Ts. 1:9b, es un texto exhaustivo sobre una doctrina de difícil comprensión que pertenece al ámbito del misterio de la fe cristiana. Por otro lado, hay confusión en la distinción de las personas de la Deidad, incluso en muchos creyentes evangélicos y eso se hace realidad en los cultos de nuestras iglesias, como ya he señalado en más de una ocasión. Aunque el nivel teológico de esta obra no está al alcance de todos los creyentes, aquellos que tienen un deseo de conocer mejor al Dios Trino, tanto los estudiantes como los estudiosos de la teología tienen aquí materia para adentrarse en el maravilloso misterio de un Dios que existe en tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El libro está dividido en tres partes: a) Cuestiones preliminares; b) la mirada a la historia y c) de la “Economía” a la “Teología”. En “Cuestiones preliminares” hay una introducción a esta obra y la relación entre la Trinidad “Económica” y la Trinidad “Inmanente”. La primera parte está subdividida en dos: La revelación de Dios en Cristo y su preparación en el Antiguo Testamento, y la historia de la teología y el dogma trinitario en la Iglesia antigua. La segunda parte es una reflexión sistemática sobre el Dios trino y uno. En total, son 12 densos capítulos y un epílogo. Un tema relevante es el de la revelación de la Trinidad en la cruz, en donde Ladaria sigue a von Balthasar –teólogo católico- en Mysterium Salutis. Hay una frase que debemos destacar: “Es Jesús, el Hijo, quien sufre la soledad, la pasión y la muerte, y no solo <su humanidad>”. Asimismo sigue a Moltmann –teólogo reformado- en “El Dios crucificado” en donde encontramos una frase que induce a la reflexión y a la adoración: “Lo que en la cruz acontece, acaece ante todo <entre Dios y Dios>, produce una profunda separación en Dios mismo, porque Dios abandona a Dios (el Padre abandona al Hijo) y así se contradice a sí mismo, pero a la vez se produce en Dios una profunda unidad, que se muestra en el Espíritu que une al Padre y al Hijo”. Además del tema de la Trinidad y la cruz de Cristo hay otro que queremos destacar de los capítulos 9 y 10: las procesiones divinas. Para ser más exactos debemos referirnos a la “generación” del Hijo y la “procesión” del Espíritu Santo. Dicho en otras palabras, el Hijo es engendrado por el Padre (He. 1:5) y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (Jn. 15:26). Esta “procesión” del Espíritu Santo, se conoce también como “espiración” dado el significado original del término “espíritu”, asociado al viento, al soplo. Para el desarrollo de esta parte de la doctrina trinitaria, Ladaria sigue prioritariamente las teologías de Agustín y de Tomás de Aquino.
Por su valor histórico y teológico es fundamental señalar la importancia de los capítulos 5 al 8 y estudiarlos de manera detenida. Aprenderemos cómo se fue desarrollando la doctrina trinitaria y la aparición de las primeras herejías que obligó a la Iglesia a examinar atentamente las Escrituras para asentar esta doctrina cardinal.
Terminamos esta reseña con unas palabras del autor que expresan claramente el contenido de esta obra y nos muestran la envergadura de conocer una doctrina en la que decimos creer, pero somos incapaces de explicar. Por eso libros como el que nos ocupa son bienvenidos y se agradecen: “La enseñanza cristiana acerca del Dios uno y trino nos ha mostrado el presupuesto y el fundamento de la cercanía de Dios al hombre: en el amor de las divinas personas en el seno de la Trinidad está el origen del amor de Dios por nosotros que lo ha movido a enviar al mundo al Hijo y al Espíritu Santo. La Trinidad “inmanente”, que tiene en el Padre su único principio, se ha mostrado como el origen y el término de la historia de la salvación. Del Padre, principio sin principio y fuente y origen de la divinidad, viene la iniciativa de la misión del Hijo y del Espíritu, y al Padre que lo ha enviado vuelve Jesús después de haber llevado a término la obra que le ha encomendado realizar (cf. Jn. 17:4) (…) La plenitud del hombre y su último fin, decíamos al comienzo de nuestro tratado, es solamente Dios. Por esta razón solo Dios es el objeto de la teología. Pero lo es en cuanto él mismo se nos da a conocer, en cuanto se revela y nos habla enviando al mundo a su Hijo, su Palabra eterna, y al Espíritu Santo que nos permite conocer al Padre y al Hijo”.
Pedro Puigvert