Ricardo Latorre Cañizares.
Editorial Ciudad Nueva, 2018, 210 pp.
Esta obra pertenece a la colección “Cultura y sociedad” serie “Crónica blanca”. Está prologada por Manuel María Bru Alonso, Presidente de la Fundación Crónica Blanca. Esta es una Fundación católica que en dice con sus propias palabras: “Como comunidad de creyentes, en primer lugar, quieren vivir los lazos de unidad y de fraternidad de sus miembros, su ayuda mutua, en lo personal y en lo profesional. A su servicio será una comunidad de comunión de vida, de oración y de acción. Son consientes, por ello, de que el frondoso árbol de su misión periodística solo puede mantenerse en pie si el tronco que sostiene esas ramas está a su vez sostenido por las raíces de una comunión profunda, con Dios y entre ellos, una comunión que es contemplación, que es ‘vivir dentro para poder vivir fuera’, como María.” Presenta el libro con énfasis en el subtítulo diciendo que la evangelización y la comunicación nunca pueden ser excluyentes, con lo que podemos estar de acuerdo, aunque tengamos conceptos distintos sobre lo que significa evangelización. Nosotros evangelizamos o si queréis comunicamos el evangelio, a los pecadores para que se conviertan y sean salvos, mientras que el catolicismo evangeliza preferentemente a sus bautizados que se han apartado de su iglesia. Cita a Dietrich Bonhoeffer, del que dice que es el teólogo protestante del siglo XX más popular entre los católicos, en una frase de su libro Resistencia y sumisión que dice: “llegará el día en que, de nuevo, los hombres serán llamados a anunciar de tal modo la palabra de Dios, que el mundo se transforme profundamente y se renueve. Será un nuevo lenguaje, quizás completamente irreligioso, pero liberador y salvador, como el lenguaje de Jesús, de modo que los hombres se escandalicen de él y sean ciertamente vencidos por su poder”. Piensa que ese día ha llegado ya. Es el lenguaje mediático. Menciona a Latorre cuando este se refiere al sexto continente, como el mundo digital.
Ricardo Latorre obtuvo el doctorado en la Universidad CEU San Pablo, en donde también sacó el Máster en Comunicación e Información Social y Religiosa. Ha sido el fundador y director de una emisora de radio FM durante nueve años. Director y presentador de un programa de TV durante dos años. Autor de cuatro libros con miles de ejemplares de tirada. Durante 15 años ha ejercido su labor sacerdotal como misionero en La Pampa (Argentina). Ha trabajado también como Profesor Ayudante Doctor en la Universidad Francisco de Vitoria (Pozuelo de Alarcón –Madrid-) y el mismo cargo como invitado en la Universidad del Valle de Atemajac (México).
El libro está formado por una introducción y cinco capítulos. Su objetivo es que este libro ayude a los cristianos a comunicar el evangelio. Empieza, en el primer capítulo por trazar el origen de la iglesia y sus objetivos evangelizadores. Parte de Jesús y los evangelios. Dicho capítulo es el más bíblico de todo el libro. Afirma la divinidad y humanidad de Cristo y que la salvación se halla únicamente en él. Aunque justifica esta creencia con documentos recientes, no todos los católicos estarán de acuerdo con él. Por eso no es de extrañar que diga con relación a los evangelios y cuatro epístolas paulinas “que los críticos serios nunca han puesto en duda su autenticidad”, porque hay montones de críticos liberales católicos y también protestantes que la niegan. Es reconfortante ver que un teólogo católico joven no siga la senda del racionalismo y liberalismo teológicos. Entendemos que tiene que expresar lo que es doctrina oficial de su iglesia, pero discrepamos de su defensa del primado petrino como representante de Cristo en la tierra. Cristo envió al Espíritu Santo en su lugar, no a Pedro. Asimismo, disentimos que las fuentes de salvación se administren por medio de los sacramentos.
Donde se encuentra en su salsa es en el capítulo segundo que trata de la iglesia y la comunicación social, donde explica el uso de los medios de comunicación actuales puestos al servicio de la evangelización, tema del que se ocuparon ya en el concilio Vaticano II. Tienen una emisora propia, Radio Vaticana, montada por Marconi, una página web, un periódico, cinco canales en Youtube y están presentes en todas las redes sociales. Estos medios son del Vaticano a los que hay que añadir los medios de cada país gestionados por las Conferencias Episcopales. Usa el término cobalto, un metal con que se fabrican los móviles, para referirse a la evangelización por amistad y toma las palabras de Jesús, cuando les dice a sus discípulos que los llama amigos porque les ha dado conocer todo lo que oído de su Padre. De la encíclica de Benedicto XVI Deus caritas est, extrae una serie de aplicaciones éticas sobre los medios de comunicación. Los últimos papas se han involucrado mucho con sus mensajes en las Jornadas mundiales de las comunicaciones sociales, lo que nos da una medida de la importancia que otorgan a la comunicación para la evangelización. Pero, ¡cuáles son los contenidos que la iglesia católica ha de transmitir según Latorre? Tomando las palabras de Jesús en Mt. 28:20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, piensa que “es necesario referirse a algunos conceptos como kerigma, catequesis, evangelización, Tradición o magisterio” que seguidamente explica cada una de estas palabras. Está en lo cierto cuando dice que “una de las principales diferencias entre la Iglesia Católica y las confesiones protestantes se encuentra en qué canales de la Revelación divina reconocen como auténticos. Para la mayoría de las Iglesias conocidas comúnmente como protestantes solo se reconoce como fuente verdadera de la Revelación divina –exclusiva y excluyente- a la Biblia… para la Iglesia Católica, la Revelación de Dios se encuentra en la Tradición.. de manera que la Iglesia Católica reconoce como canales de la Revelación divina, tanto la Tradición escrita (la Sagrada Escritura) como la Tradición no escrita recibida y transmitida oralmente por sus apóstoles y sus sucesores”. Sin embargo, respondemos que al principio fue transmitida oralmente, pero luego puesta por escrito (2 Ts. 2:15). En cuanto a los sucesores, los apóstoles no los tuvieron, solo uno sustituyó a Judas. Además, mientras la Tradición escrita, la Biblia, tiene unos límites y su canon está cerrado, la Tradición no escrita es un cajón de sastre en la cabe todo lo que la Iglesia Católica le quiera añadir o meter. Queriendo Latorre defender el magisterio de la Iglesia Católica de interpretación de las Escrituras, yerra estrepitosamente al interpretar 2 P. 1:20, porque este v. no trata de la interpretación, sino del origen de la palabra profética, ya que literalmente dice: por propia solución no se hace, porque no por voluntad de hombre fue traída la profecía jamás, sino que llevados por el Espíritu Santo los hombres hablaron de Dios.
Sobre los modos y características que la Iglesia desea que tengan los mensajes evangelizadores, cita: inculturación, libertad religiosa, diálogo y belleza. En cuanto a las características y el modo de comunicarlo, lo extrae de la encíclica papal de Francisco Evangelii Gaudium. Por último, en el quinto capítulo, se ocupa de la evangelización en la cultura actual. Cita unas palabras de Francisco en que dijo que “la Iglesia Católica de hoy es la misma Iglesia de Cristo y de los apóstoles, la cual está unida por una larga cadena histórica”. Con todo respeto, disentimos de esta frase del papa actual porque en rigor histórico su parecido es pura fantasía y no se puede decir que es la misma, porque es otra cosa muy distinta.
La parte de la comunicación, este libro tiene aportaciones interesantes a tener en cuenta, pero la parte doctrinal es inaceptable, aunque hay alguna cosa en que podemos coincidir, como hemos dejado escrito en esta reseña. El autor, por su condición de sacerdote católico está obligado a exponer el dogma y probablemente sea su convicción.
Pedro Puigvert