Ricardo Pèrez Marquez
Desclée de Brouwer. 2012, 151 pp.
Lo primero que llama la atención de esta obra es que está firmada por un español nacido en Granada, escrita originalmente en italiano y traducida al castellano. La presentación corre a cargo de Alberto Maggi, con el que el autor fundó el Centro de Estudios Bíblicos “G.Vannucci” (Montefano). Por él nos enteramos que Pérez Márquez “se ha dedicado a su estudio los últimos veinte años de su vida… todos para el libro de Apocalipsis, estudios e investigación que están recopilados en su tesis Doctoral presentada en la Pontificia Facultad Teológica Gregoriana”. Y aunque en la primera parte de la presentación, Maggi hace una descripción del libro de Apocalipsis como si fuera una obra terrorífica, cuando cualquier lector de la Biblia medianamente entendido sabe que Juan usó el género apocalíptico y el lenguaje figurado para describir lo que de otra manera no hubiera sido posible. Sin embargo, tiene un párrafo que merece su transcripción porque en pocas palabras da en la diana de lo que es Apocalipsis. “El Apocalipsis, como el término griego indica, no es el anuncio de un desastre, sino la “revelación” de aquello que permanece aún oculto, a fin de infundir ánimo en las comunidades cristianas, reforzarlas, y darles motivaciones válidas para que resistieran tanto a las dificultades y persecuciones que comportaba vivir en un mundo pagano, como la tentación de ceder a las seducciones que desde siempre acechan a la Iglesia: la tentación del poder, del prestigio y de la riqueza”.
El libro es un comentario versículo por versículo de cada una de las cartas a las siete iglesias, lástima que no hace lo mismo con los ocho primeros versículos, porque sí interpreta detalladamente los vv. 9-20. A la carta de cada una de las iglesias, el autor le ha puesto un título empezando por Éfeso a la que llama “La iglesia de la ortodoxia”; a Esmirna, “La iglesia de las bienaventuranzas”; a Pérgamo, “La iglesia de la conveniencia”; a Tiatira, “La iglesia de los movimientos”; a Sardis, “La iglesia de las apariencias”; a Filadelfia, la iglesia de la debilidad”; a Laodicea, la iglesia de los réditos”. La exégesis del texto podemos compartirla en su totalidad porque se limita a exponer su significado sin derivaciones teológicas que en el caso de autores católicos siempre están influidas por el dogma. La presentación exterior del libro es excelente con tapas duras y la interior muy cuidada y de fácil lectura.
Pedro Puigvert