Desmond Tutu
Editado por John Allen. Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao, 2012.
Colección Testigos. 256 págs.
Si las razones para que Desmond Tutu se haya convertido en uno de los defensores más destacados de la justicia social basada en la fe y de la tolerancia religiosa se pudieran reducir a un solo enunciado conciso, tal enunciado sería este: su determinación apasionada y absoluta por decir la verdad tal como él la ve.
Desmond Tutu hace un prólogo a esta selección de textos donde dice: “Algunos de mis amigos se muestran escépticos cuando me oyen decir que soy por naturaleza una persona a quien le desagrada la confrontación, pero lo cierto es que lo soy. Durante mi vida he intentado conscientemente imitar a mi madre, que era conocida en mi familia como una dulce “consoladora de afligidos”. No obstante, cuando veo sufrir a personas inocentes, intimidadas por los ricos y los poderosos, entonces, como dice el profeta Jeremías, si trato de guardar silencio, siento como si la palabra de Dios ardiera como fuego en mi pecho. Me veo obligado a hablar alto y claro, a veces incluso a discutir con Dios. Cuando recientemente anuncié que me retiraba de la vida pública, dije que quería reducir mi ritmo de vida y dedicar más tiempo a leer y escribir, a orar y pensar, y a estar con mi familia. También dije que, además de continuar con lagunas de mis actividades como galardonado con el premio Nobel de la Paz, adoptaría un perfil público más bajo y no concedería más entrevistas a los periodistas. La reflexión sobre esta selección de textos que recogen lo que he dicho y escrito durante los últimos cuarenta años me ha mostrado lo difícil que me va a resultar permanecer callado. Porque al ver el sufrimiento, el dolor y el conflicto que sufre todavía el pueblo de Dios -y al leer sobre estas vivencias-, sus experiencias piden a gritos la intervención apasionada de personas creyentes que defiendan los valores del reino de Dios. Con todo, nadie es indispensable, y yo menos que nadie. Lo que me aporta esperanza y tranquilidad al acercarme a mi octogésimo cumpleaños es la singular pasión por la justicia y la paz que he experimentado al encontrarme y hablar con miles de jóvenes de todo el mundo en los primeros años del siglo XXI. Cuando veo su nivel de compromiso, sé que el mundo está en buenas manos”.
Con esta compilación esencial de los más históricos y controvertidos discursos y escritos de Desmond Tutu somos testigos de su itinerario vital único, en el que ha sabido provocar a los poderosos y desafiar al mundo con el fin de proteger a los oprimidos, los pobres y otras víctimas de la injusticia, Renombrado primero por su valiente oposición al apartheid en Sudáfrica, él y su ministerio asumieron pronto dimensiones internacionales. Arraigado en su fe y en los valores encarnados en el espíritu del ubuntu (“una persona es persona solo a través de otras personas”), su inflexible visión de una humanidad compartida le impulsó a hablar alto y claro -incluso cuando era objeto de una oposición violenta y de críticas mordaces- contra la opresión y la injusticia política, el fundamentalismo religioso y la persecución de las minorías.
Ordenados por temas e introducidos con agudeza y datos del contexto histórico por John Allen, biógrafo de Desmond Tutu, los escritos de esta compilación conducen al lector de los violentos choques del apartheid en Sudáfrica a la labor sanadora de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación; de Trafalgar Square tras la caída del Muro de Berlín, a una emisión nacional en conmemoración del legado de Nelson Mandela; de la iglesia catedral de Cristo en Dublín, Irlanda, a un pabellón de baloncesto en Luanda, Angola. En su explosión tanto de la democracia en África como del genocidio en Ruanda, la teología negra, la “posible” inclusión de gays y lesbianas en la Iglesia o la grave situación de los palestinos, el mensaje de verdad de Tutu es claro y su voz no tiembla. En un mundo de sufrimiento y conflicto, donde las leyes humanas chocan con demasiada frecuencia con la ley de Dios, los mensajes esperanzados e intemporales de Tutu se hacen cada vez más necesarios.
E. V. Giró – Barcelona