Joan Rigol
Edicions 62, 2006, 238pp.
Es importante saber que el autor de este libro fue ordenado sacerdote, luego se secularizó y entró en el mundo empresarial. Más tarde, se integró en la política afiliándose a Unió Democràtica de Catalunya haciendo ahí su carrera, puesto que fue su presidente durante 13 años. En política ha ocupado gran número de cargos: diputado en el Congreso, Consejero de Trabajo en la Generalitat de Cataluña y después de Cultura en dos legislaturas distintas. También ha sido diputado en el Parlamento de Cataluña y más adelante ocupó la presidencia de este órgano. Asimismo fue designado senador en representación de la Generalitat de Cataluña, llegando a ocupar la vicepresidencia del Senado durante cuatro años. Comprometido con la vida ciudadana es miembro activo de diversos patronatos de carácter sociocultural. Este currículo puede orientarnos a la hora de leer este libro, ya que nos provee de un trasfondo necesario y mucho más en la época que estamos viviendo. Aunque este libro fue publicado hace ocho años, es bueno leerlo ahora pues nos da una perspectiva que no tenía en el momento de su edición. Más que un sacerdote metido en política, dos ingredientes siempre explosivos y peligrosos cuando van juntos, es un político que fue sacerdote, pero de la manera que, según el catolicismo, el sacramento deja una marca indeleble, en este caso el sacramento del orden también marcó al democristiano Rigol como puede apreciarse en esta obra y en las dos anteriores publicadas por la misma editorial.
El libro está estructurado en tres bloques: el primero está dedicado a mostrar lo que es la política en la actualidad, con sus características, sus déficits y el proyecto global de rehacer la comunidad. Los últimos acontecimientos sucedidos en Cataluña, han dejado obsoleto el discurso de este bloque y el mismo autor ha derivado hacia posiciones más radicales. El segundo bloque estudia a fondo la vivencia del creyente dedicado a la política. En el tercer bloque expone las tensiones de la sociedad actual. Termina con un epílogo titulado “Mi compromiso político”. El trabajo está divido en seis capítulos: en el primero expone la complejidad de la política a través de su crisis actual. El segundo está escrito en primera persona del singular y expone la vivencia de su fe, en qué la fundamenta y explica cómo incide en su compromiso político. Aquí escribe dos frases para enmarcar: “A mi entender la moral cristiana del político no queda cerrada en el tratamiento específico de las materias que le afectan. La experiencia moral parte de su propia experiencia de persona cristiana”. ¿Han leído esto algunos de sus correligionarios y los del partido federado con el suyo? ¿Hay que ver cómo cambian las cosas en seis años? En los capítulos siguientes expone las tensiones que, desde su experiencia, le parecen más significativas para el político cristiano, en el ejercicio de su responsabilidad.
En cuanto a la interpretación que hace de la fe cristiana, naturalmente es la propia de un católico romano, pero además su comprensión de los textos bíblicos está mediatizada por el liberalismo teológico. La opción política es una cuestión personal y cada uno es libre de tomar la que crea más conveniente. La vertiente cristiana no la compartimos en absoluto y tampoco aporta mucho a lo que todos sabemos.
Pedro Puigvert