Billy Graham.
Grupo Nelson, Nashville, Tennessee, EE.UU. 2011.
164 págs.
Paul Tournier un gigante de la medicina, la psicología y la fe cristiana dice: “Hay dos recodos fundamentales en el camino de la vida: el paso de la infancia a la edad adulta y el paso de la edad adulta a la vejez. La jubilación puede convertirse en una meta deseable o en un fantasma aterrador. Todo depende de nuestra habilidad y capacidad de envejecer con estilo, la vida siempre merece vivirse y sus últimas etapas pueden ser las mejores si sabemos como vivirlas. Afirma que la vejez no tan solo merece un rol en nuestra sociedad sino que además está en perfectas condiciones de desempeñarlo, Y en ello, la fe juega un papel primordial”. En su libro Aprendiendo a envejecer, de gran ayuda en generaciones pasadas pues por mucho tiempo fue el único libro sobre el tema. Su enfoque es preferentemente psicológico.
Casi en casa de Billy Graham, es más vivencial y espiritual; en él nos habla desde el corazón con la experiencia personal. En la introducción nos declara: “Nunca pensé que viviría hasta esta edad. Toda mi vida se me enseñó como morir como cristiano, pero nadie jamás me enseñó cómo debía vivir los años antes de morir. Hubiera querido que lo hicieran, porque ahora soy viejo, y créanme, no es fácil. Quienquiera que lo dijo tenía razón: la vejez no es para enclenques. Reúna a cualquier grupo de viejos, y casi puedo garantizarle cuál será su tema favorito de conversación: sus más recientes dolores y achaques. Pronto cumpliré noventa y cinco años, y sé que no resta mucho para que Dios me llame a casa en el cielo. Más que nunca espero ese día; no sólo por las maravillas que sé que el cielo tiene guardadas para mí y para todo creyente, sino porque sé que finalmente todas las molestias y aflicciones que me agobian en esta etapa de mi vida se acabarán. En el año pasado los problemas físicos comunes a la vejez en realidad han hecho mella en mí. También espero ese día porque me volveré a unir con Ruth, mi amada esposa y mejor amiga por casi sesenta y cuatro años, que fue a su hogar en el 2007 para estar con el Señor que ella amó y sirvió con tanta fidelidad. Aunque me regocijo porque las luchas de ella con la debilidad y el dolor se acabaron, todavía siento como si hubieran arrancado una parte de mí mismo, y me hace más falta de lo que jamás pude imaginarme. ¡No, la vejez no es para enclenques! Pero eso no es toda la historia, ni tampoco Dios propuso que lo fuera. En tanto que la Biblia no soslaya los problemas que enfrentamos al envejecer, tampoco pinta a la vejez como un tiempo que haya que aborrecer o una carga que haya que aguantar apretando los dientes (si nos queda alguno todavía). Tampoco nos pinta en nuestros últimos años como inútiles e inefectivos, condenados a pasar nuestros últimos días en un aburrimiento interminable o en una actividad insulsa hasta que Dios finalmente nos lleve a casa. Más bien, la Biblia dice que Dios tiene una razón para dejarnos aquí; si no la tuviera, nos llevaría al cielo mucho más pronto. Pero, ¿cuál es el propósito para estos años, y cómo podemos alinear nuestras vidas a tal propósito? ¿Cómo podemos, no sólo aprender a hacerle frente a los temores, luchas y limitaciones crecientes que enfrentamos, sino también a fortalecernos por dentro en medio de todas estas dificultades? ¿Cómo podemos enfrentar el futuro con esperanza en lugar de con desesperanza? Estas son algunas de las preguntas con las que me vi obligado a bregar al envejecer; y tal vez lo mismo es cierto para usted. Este libro sin embargo, no se escribe solo para viejos. Se escribe para personas de toda etapa en la vida; incluso los que nunca han pensado mucho en cuanto a envejecer. La razón es sencilla: la mejor manera de enfrentar los retos de la vejez es prepararnos para ellos ahora, antes de que lleguen. Le invito a explorar conmigo no sólo las realidades de la vida al envejecer, sino también la esperanza y satisfacción -e incluso el gozo- que serán nuestros una vez que aprendamos a mirar a estos años desde el punto de vista de Dios, y descubrir su fortaleza que nos sostiene todos los días. Algún día nuestra jornada en la vida se acabará. En un sentido todos estamos casi en casa. Al hacerlo así, es mi oración que usted y yo no solo aprendamos lo que significa envejecer, sino que, con la ayuda de Dios, también aprendamos a envejecer con gracia y hallar la dirección que necesitamos para terminar bien”.
Billy Graham llenó estadios por todo el mundo para predicar la Palabra de salvación, durante su larga vida activa y, aún ahora sus sermones se oyen en campañas televisivas, como la recientemente difundida en España, HAY ESPERANZA; siempre en cumplimiento de la gran comisión, que él la expresa así: “Jesucristo conquistó la muerte, y por su resurrección fue victorioso. Antes de dejar la tierra, impartió a sus seguidores la mayor de las estrategias: Id por todo el mundo y predicad el evangelio. Después de escuchar sus palabras, ellos alzaron la vista para ver a su Salvador casi en casa. Y pregunto, ¿para qué casa te estás preparando?”.
E.V. Giró – Barcelona