Ariel Álvarez Valdés.
PPC, 2020, 172 pp.
Al decir nuevos, se entiende que ha escrito algún libro anteriormente y el número 3 que forma parte del título, nos muestra que este es el tercero de una serie. Hojeando sus páginas en una primera impresión, antes de leerlo, parece que no son enigmas que hay en la Biblia lo que quiere explicarnos, sino lo que el autor ha convertido en enigmas. El biblista argentino Dr. Ariel Álvarez Valdés inició en el 2019 la publicación de una nueva colección bíblica, titulada “Nuevos Enigmas de la Biblia”. Se trata de la continuación de la serie bíblica publicada anteriormente, conocida como “Enigmas de la Biblia”, que había sido lanzada al público por la editorial San Pablo, de Buenos Aires, y que llegó hasta el volumen nº 18.
De entrada, ya nos ponemos en guardia con la formulación de una pregunta convertida en enigma: ¿Quién es el único personaje bíblico concebido por un ángel? Claro que antes de darnos la explicación ya nos anticipa que se trata de la leyenda de la concepción de Sansón siguiendo el relato de Jueces 13. Un inicio sorprendente porque la referencia bíblica es al Ángel de Yahweh, una cristofanía del Hijo de Dios que aparece varias veces en el Pentateuco, al que convierte en un ángel cualquiera. ¿En qué se basa para llegar a esta conclusión? Simplemente en que el verbo concebirás que está en pasado en hebreo debe traducirse en futuro como hacen la mayoría de versiones, pero como en otras partes de la Biblia esta forma verbal hay que traducirla en pasado aquí también. Así que en el encuentro con el ángel se produce la concepción. Esta explicación sí es un engendro legendario y no lo que le anunció Yahweh a la esposa de Manoa.A este argumento añade otro: cuando la mujer le cuenta a Manoa que un varón de Dios vino a mí, cuyo semblante era como el aspecto de un ángel de Dios, el autor lo traduce:”un hombre de Dios se ha llegado a mí”, y como esta última expresión suele utilizarse en hebreo para las relaciones sexuales, pues ¡ya tenemos al padre de la criatura! Claro que en una leyenda cabe todo y ahí está el quid de la cuestión. Enigma inventado, enigma resuelto. Además, si la mujer era estéril, ¿cómo concibió? No lo dice, total es leyenda.
El número de “enigmas” son 10 y todos formulados a modo de pregunta. El segundo es como se dice en lenguaje popular “buscarle tres pies al gato”. Como en los libros históricos del AT, hay dos mujeres llamadas Ahinoam, una fue la esposa de Saúl y la otra, la segunda esposa de David, Álvarez ha decidido que son la misma persona y como David se casó primero con Mical, hija de Saúl y supuestamente de Ahinoam, se casó con su suegra, cosa que no podía hacer según Lv. 18:17. Pro no hay tal caso. ¿En qué se basa? Dice: “los exegetas han descubierto las huellas de una antigua tradición que la identifica como la madre de su primera mujer”. O sea, pura vaguedad sin pruebas. Otro argumento: como David recibió de Dios la casa de Saúl y sus mujeres, o sea el harén, aparentemente también a su esposa Ahinoam (2S.12:8), pero en ninguna otra parte se menciona que David hubiera tomado concubinas de Saúl, ni a su esposa.
El tercer enigma, que es más bien un problema de interpretación, se pregunta si el profeta Eliseo mató a 42 niños. En este caso, su exégesis, tanto de 2 R. 2:23-24, como de otros pasajes de la Biblia a los que recurre para apoyarse está en consonancia con el principio de la analogía de la fe y la conclusión a la que llega es correcta.
En el cuarto enigma se pregunta si el profeta Isaías predijo el nacimiento de Jesús con relación a 7:14. Es cierto que en el texto hebreo no dice “virgen”, sino doncella o muchacha y que fueron los traductores de la Setenta que lo cambiaron por virgen. Lo que es más difícil de admitir es que Mateo tomara la cita de la Setenta, porque él solía tomarlas del texto hebreo. Si se cree en la inspiración de los autores del NT, no hay ningún problema en admitir lo que el mismo evangelista dice en 1:25 y Lucas en 1:27,34, cuando narran el embarazo de María. Pero dejando aparte este versículo, Isaías también predijo el nacimiento de Jesús en 9:6. El autor interpreta que la señal que Dios dio a Acaz es lo que hay que tener en cuenta, Dios con nosotros. Es cierto, pero también todo lo demás. En el quinto, se pregunta si Jesús anunció su muerte en la parábola de los labradores malvados de Mr. 12:1-8. De entrada dice que no es una parábola, sino una alegoría. Pero esta no es la cuestión, pues no hay ningún enigma, ya que los oyentes le entendieron perfectamente. El problema está en el intérprete que no puede admitir que Jesús conocía los detalles de esta historia y su desenlace final, porque era solo un hombre. Por eso, se apoya en estudiosos anónimos para decir que la parábola no pertenece a Jesús, sino que la elaboró posteriormente la iglesia. Pero no le acaba de satisfacer esta explicación y propone que tiene su base en Is. 5:1-7, que todo el mundo conocía, pero Jesús cambió la esterilidad de la viña por los frutos y cargó la culpa en los viñadores. Después de la muerte de Jesús los cristianos alegorizaron la parábola. Se olvida Álvarez que Jesús tenía conciencia de ser el Hijo de Dios y por tres veces anunció su muerte y resurrección a los suyos. En el sexto se plantea cómo supo el centurión al pie de la cruz que Jesús era Hijo de Dios. Como se han dado varias respuestas, él propone que fue el velo del templo desgarrado, pero como no lo podía ver desde el Gólgota, en realidad no sucedió, se trata de una ficción literaria de Marcos. ¿Por qué el centurión le confesó como Hijo de Dios? Aquí argumenta en base al griego que no lleva artículo delante de Hijo y entonces sería un hijo de Dios. Pero luego dice que en el NT muchas veces sin artículo significa lo mismo que con artículo. Resultado: el centurión llegó a comprender correctamente quien era Jesús. Pero no echemos las campanas al vuelo porque resulta que al final era como reconocer al emperador como su dios y no pudo tener una comprensión cristológica tan elevada.
En el séptimo enigma, pregunta ¿Por qué se pelearon Pablo y Bernabé? La explicación es muy peregrina y distinta a la que leemos en Hechos, que considera absurda. Su explicación es que Bernabé se había adherido a la posición judaizante de Pedro y eso ofendió a Pablo. Esto es especulativo y no tiene pies ni cabeza. En el octavo se pregunta si san Pablo condenó la homosexualidad. Dice que esta palabra no existe en las epístolas paulinas porque es un término moderno, pero el concepto y la práctica sí existen: cambiar el uso natural por el que es contra naturaleza, tanto hombres como mujeres; los que se echan con varones; los sodomitas. Sus argumentos para darle otro sentido a esto son penosos y propios de una ética de situación. En el noveno se pregunta el motivo por el que Judas escribió su carta. Para el biblista Álvarez el autor de la carta usa un seudónimo, lo que es falso porque se presenta como hermano de Jacobo. Como en la iglesia católica casi no se lee esta carta, según confesión del autor, la toma como si el autor contara una serie de cuentos para condenar a los falsos maestros.
El décimo y último, pregunta ¿por qué el autor de Apocalipsis viajó a Patmos? Después de barajar varias opciones llega a la conclusión de que huyendo de la persecución se refugió allí. Pero ¿qué importancia tiene para la comprensión del libro? Ninguna. En realidad, todos los enigmas son los que han salido de la mente del autor del libro. Suponemos, que los auténticos enigmas estarán en alguno de los otros libros que ha escrito, pero lo desconocemos. Un enigma es, por ejemplo, cuando el sol y la luna se pararon (Jos. 10:13); la sombra del reloj de Acaz que retrocedió diez grados (2 R.20:9-11); la mano que escribía en la pared (Dn. 5:5, 24-25); la estrella que guió a los magos (Mt. 2:2).
En fin, el lector sabrá a qué atenerse.
Pedro Puigvert