En el ámbito de la doctrina de Dios que nosotros confesamos, encontramos uno de sus atributos que es muy especial: su providencia. ¿Qué entendemos por providencia divina? Una definición breve puede ser ésta: "es el poder de Dios, omnipotente y presente en todo lugar, por el cual sustenta y gobierna el cielo, la tierra y todas las criaturas de tal manera que todo lo que la tierra produce, la lluvia, la sequía, la fertilidad y la esterilidad, la comida y la bebida, la salud y la enfermedad, las riquezas y la pobreza, así como todas las cosas no acontecen sin razón alguna como por azar, sino por su consejo y voluntad".
Significado de providencia El término providencia deriva del latín providentia, que significa "previsión". La palabra es usada para denotar la idea bíblica de "la sabiduría y el poder que Dios continuamente ejerce en la preservación y gobierno del mundo, por los fines que se propuso lograr". "La providencia trata del apoyo de Dios, cuidado y supervisión de toda la creación, desde el momento de la primera creación hasta todo el futuro en la eternidad". Por tanto, el concepto de la providencia, es opuesto al deísmo, el cual asevera el desinterés de Dios en el mundo y al panteísmo que confunde al Creador con la creación; además es el polo opuesto de la "suerte" o "casualidad", que ve los eventos del mundo como incontrolables y sin ningún elemento de propósito benevolente.
En este punto se necesita hacer una observación: aunque Dios ejerce una providencia general sobre el Universo y sus criaturas como un todo, existe un cuidado providencial especial que el Padre manifiesta a sus hijos regenerados. Este hecho es bastante evidente en la doctrina de la oración. ¿Oye Dios y responde (en consistencia con su voluntad) a las peticiones de los cristianos? Él con toda seguridad lo hace (Juan 15:7; Santiago 5:16; 1 Pedro 3:12; 1 Juan 5:14,15), y las oraciones son respondidas por medios providenciales.
Aspectos de la providencia de Dios Hay al menos tres aspectos de la providencia de Dios:
Preservación. Con su poder Dios preserva el mundo que ha creado. Después de exaltar a Dios como el Creador de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos, Nehemías declara: "Tú vivificas todas estas cosas" (Neh. 9:6). La confesión de David es igualmente clara: "Tu justicia es como los montes de Dios, tus juicios, abismo grande. Oh Yahweh, al hombre y al animal conservas" (Sal. 36:6). Ese poder preservador de Dios se manifiesta por medio de su Hijo Jesucristo, como Pablo declara: Cristo "es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten" (Col. 1:17). El verbo "subsistir" significa "unir, mantener junto"; por el poder de Cristo se mantienen juntas incluso las más pequeñas partículas de vida.
Provisión. Es el segundo aspecto de la providencia de Dios. Dios no sólo preserva el mundo que ha creado, sino que también suple para las necesidades de sus criaturas. Cuando Dios creó el mundo, creó las estaciones del año (Gn. 1:14) y dio alimentos para los seres humanos y los animales (Gn. 1:29-30). Después que el diluvio hubo destruido la tierra, Dios renovó esa promesa de provisión con estas palabras: "Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche" (Gn. 8:22). Varios salmos dan testimonio de la bondad de Dios de suplir para las necesidades de todas sus criaturas (Sal. 104 y 145). Jesús afirmó sin lugar a dudas que Dios provee para las aves del cielo y los lirios del campo como hemos leído. Su cuidado no sólo abarca las necesidades físicas del género humano, sino también las espirituales. La Biblia revela que Dios manifiesta un amor y cuidado especial por su propio pueblo, a quien él le da un gran valor (Sal 91). Pablo les escribe a los creyentes de Filipos: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falte conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Fil. 4:19).
Gobierno. Es el tercer aspecto de la providencia de Dios. Además de la preservación de Dios de su creación y de la provisión para ella, él también gobierna el mundo. Como Dios es Soberano, los acontecimientos históricos suceden bajo su vigilancia y voluntad permisiva; a veces él interviene directamente según su propósito redentor (Dn. 2:21). No obstante, hasta la consumación de la historia, Dios ha limitado su poder y gobierno supremo en este mundo.
¿Cómo actúa la providencia divina? Ro. 8:28 El flujo de la historia que conduce a la glorificación de Dios también es para nuestro bien. ¿Cuál es nuestro bien? Evidentemente, hay muchos "bienes” que podemos disfrutar ahora, y están incluidos en este versículo. La providencia de Dios nos conducirá allí. Cuando hablamos del "bien" estamos introduciendo el tema del "mal". Y como hemos leído que "todas las cosas les ayudan a bien” a los que son llamados por Dios, la pregunta que surge inmediatamente es si el mal está incluido entre estas cosas. ¿El mal está sujeto a la dirección de Dios? Todas las cosas, incluyendo el mal, son usadas por Dios para lograr sus buenos propósitos en el mundo.
El uso que Dios hace del mal para el bien. Primero, está la maldad de otros. ¿Ayuda ésta para el bien del creyente? Cuando el hijo de Noemí, un israelita, se casó con Rut, una moabita, este matrimonio era un pecado porque era contrario a 1a voluntad revelada de Dios. Los judíos no se casaban con los gentiles. Sin embargo, este matrimonio permitió que Rut conociera a Noemí y que, por lo tanto, estuviera expuesta al verdadero Dios, y que cuando llegara el momento de escoger, eligiera servirle. "Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios" (Rt 1:16). Cuando Rut enviudó, se casó con Booz. A través de su nuevo esposo, Rut entró en la línea de descendencia del Señor Jesucristo, el Mesías (Mt. 1:5). Pero el más grande ejemplo de cómo los pecados de otros ayudan para el bien del pueblo de Dios lo tenemos en el pecado que se consumó sobre el Señor Jesucristo. Los líderes contemporáneos de Cristo lo odiaban por su Santidad y deseaban eliminar su presencia de sus vidas. Satanás obró para atacar a Dios, animándoles a que trataran al Cristo encarnado sin misericordia. Pero Dios hizo que esto obrara para nuestro bien, que la crucifixión de Cristo actuara para nuestra salvación. En ningún caso Dios fue responsable de la maldad, aunque estaban involucrados el pecado humano y el pecado de Satanás. Dios no participó del pecado. Sin embargo, aunque Dios no tuvo ninguna parte en el pecado, obró por medio de él para el bien, de acuerdo con sus propósitos eternos.
El uso de las circunstancias. Cuando el apóstol Pablo escribió a los romanos expresó su deseo de visitarles diciendo que "rogaba que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros" (Ro. 1:10). Si seguimos la vida de Pablo en los Hechos, sabemos que tuvo que sufrir muchas vicisitudes hasta llegar a Roma: fue encarcelado durante dos años, después llevado a Roma en un barco que zozobró y finalmente tras varias peripecias llegó a Roma (Hch. 23-28). Dios respondió a su oración, pero 1a manera en que lo hizo manifiesta su voluntad en llevarlo a cabo, que fue distinta a la que el apóstol imaginó.
Conclusión. El conocimiento de esta enseñanza bíblica nos debe llevar a la gratitud por el resultado favorable de todas las cosas, a la paciencia en la adversidad y a evitar la preocupación por el futuro, pues todo está bajo el control de Dios. La creencia en la providencia determina muchas de las actitudes básicas de la verdadera piedad. El conocimiento de que Dios obra en nuestras vidas nos enseña a esperar en Él en fidelidad, humildad, y paciencia para vindicarnos y liberarnos. iA él sea la gloria!
Pedro Puigvert
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