Philip W. Comfort (editor).
Tyndale House Publishers Inc. 2008, 373 pp.
Se trata de una obra en la que han participado varios autores, aunque no todos han escrito su capítulo para este libro. Por ejemplo, han tomado los artículos del Nuevo Diccionario de la Biblia escritos por F.F. Bruce, J.I. Packer y R.T. Beckwith, sobre “La Biblia”, “La inspiración de la Biblia” y “El canon del Antiguo Testamento” respectivamente. Por otro lado, el capítulo de la Biblia en español está escrito por Rafael Alberto Serrano. En colaboración con Jaime Mirón, Serrano es el editor general de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente (NTV).
El libro consta de cinco secciones: la primera trata sobre la autoridad e inspiración de la Biblia; la segunda sobre el canon de la Biblia; la tercera trata la Biblia como texto literario; en la cuarta se exponen los textos y manuscritos bíblicos y, por último, en la quinta hay una explicación sobre la traducción de la Biblia. Los editores justifican la publicación de esta obra, aunque ya existen numerosos libros sobre el tema, diciendo que hay muy pocos que traten sobre su origen. Por la fecha en que se editó nos hubiera gustado que se incluyera alguna referencia al papiro 7Q5, pues ya en 1992 C.P.Thiede confirmaba el descubrimiento de O’Callaghan que se trata de Mr, 6:52-53.
Una doctrina de mucha importancia, resaltada en el libro es la de la inerrancia bíblica porque la trata tanto Carl F.H. Henry cuando escribe sobre la autoridad de la Biblia, como Brown en el capítulo dedicado exclusivamente a la infalibilidad y la inerrancia de las Escrituras. Dice Henry: “El cristianismo evangélico debe defender la inerrancia de las Escrituras con un compromiso teológico sano, un compromiso que sea consecuente con lo que la Biblia dice sobre sí misma”. Por su parte Harold O. Brown, además de definir y distinguir los términos infalibilidad e inerrancia, menciona también las diferentes posiciones que sobre esta doctrina se sostienen hoy. Aunque él no declara explícitamente su creencia en la inerrancia de la Biblia, sin embargo concluye su capítulo así: “Aunque la inerrancia, formulada para explicar la doctrina de la inspiración, ha sido descrita como una ‘doctrina tardía y derivada’ muchos creyentes evangélicos la aceptan sobre la base del testimonio de la Biblia sobre sí misma. Otros cristianos, que se consideran a sí mismos evangélicos, no aceptan la doctrina de la inerrancia. En el siglo XIX, el obispo Pole hizo una advertencia en cuanto a contemporizar con la infalibilidad bíblica y la inerrancia: ‘Una vez que permitamos que el gusano carcoma la raíz, no debemos sorprendernos si las ramas, las hojas y el fruto se pudren poco a poco’”.
Como lectores de habla hispana, queremos destacar el capítulo escrito expresamente en castellano por el Dr. Rafael A. Serrano que lleva por título “La historia de la Biblia en español” en colaboración con el Dr. Jaime Mirón. Aunque la exposición es muy exhaustiva, sobre todo de versiones hechas en América latina, lo que no es de extrañar porque el autor es colombiano, no menciona la traducción del NT hecha por Francisco de Encinas en 1543. Cuando murió en 1552, tenía preparada una edición de toda la Biblia que nunca vio la luz. Tampoco se menciona el Nuevo Testamento en versión de Federico Fliedner hecha en 1885 y que se completó en 1932 por su nieto. No se citan las revisiones de la Reina Valera de 1977 y 1995. Otras traducciones parciales o paráfrasis, tampoco aparecen en este capítulo.
Aunque la obra contiene mucha información sobre los manuscritos bíblicos catalogados que se descubrieron en el siglo XIX, sin embargo, no dice prácticamente nada sobre los descubrimientos de Qumrán en el año 1946, aunque erróneamente se ha divulgado que fue en 1947, año en que fueron adquiridos por el metropolitano Atanasio.
Una obra que recomendamos sobre todo a pastores y estudiantes de teología.
Pedro Puigvert