Robert J. Morgan.
B&H Español. Nashville, Tennessee, EE.UU. 2016. 256 págs.
Robert J. Morgan es un autor reconocido de varios libros, además, sirvió como pastor en Nashville durante tres décadas.
Intentábamos resumir el contenido de este importante libro, con nuestras palabras, varias veces y nada nos pareció más acertado que lo que dice el autor en una pequeña introducción, por lo que nos hemos decantado por trasmitirla aquí. “Este libro trata de la costumbre arcaica de memorizar pasajes de la Escritura, de por qué es hora de reavivar esta práctica y de cómo puedes comenzar un hábito de aprender versículos bíblicos de memoria para toda la vida. Para la mente, es como salir de compras: una oportunidad de recopilar y guardar tesoros que disfrutarás durante años.
Restaurar el arte de la memorización de la Escritura es crucial para nosotros, nuestras iglesias y nuestros hijos. Es vital para la salud mental y emocional y para el bienestar espiritual. Aunque es tan fácil como repetir palabras en voz alta, es poderoso. Hace que la Biblia sea portátil; puedes llevarla contigo adonde sea, sin necesidad de colocarla en un bolso o un maletín. Hace que la Escritura esté accesible día y noche. Permite que la Palabra de Dios penetre en tu cerebro e impregne tu subconsciente, e incluso tus pensamientos inconscientes. Te da una palabra oportuna para los demás, a tiempo y fuera de tiempo. Llena tu corazón y tu hogar con los mejores pensamientos que se han registrado. Satura la personalidad, sacia el alma y aprovisiona la mente. Cambia la atmósfera de toda familia y altera el pronóstico del tiempo de cada día.
Toma un minuto al día, o cinco o diez... lo que puedas dedicar a esta tarea. Puedes memorizar mientras te bañas, en la cama, en el escritorio e inclusive en un avión (no hay muchas actividades que puedas decir lo mismo). Puedes hacerlo sobre la marcha, en medio de un embotellamiento, mientras te afeitas, al amanecer o antes de acostarte. Puedes hacerlo solo, con otra persona o en grupo. Es un hábito increíblemente versátil como vital, y es provechoso, ya sea que estemos en la guardería infantil o en un hogar de ancianos.
Entonces, aquí tienes 100 maneras de cambiar tu vida: 100 versículos bíblicos que todas las personas en la Tierra deberían saber de memoria. Por favor, no te quejes si tu versículo favorito no aparece en esta selección. Cambié mi lista una y otra vez hasta la fecha de publicación, pero dejé unas páginas en blanco al final, para que puedas añadir tus propios versículos y mantener el hábito de la memorización.”
“Un versículo aprendido se graba en nuestra memoria y de allí pasa a nuestro consciente y subconsciente. El principio de Proverbios 23:7 es verdad siempre. Es una ley inquebrantable de la vida que no puede ser alterada y que permanecerá mientras exista la naturaleza humana: pues como pensamos dentro de nosotros, así somos. Cuando memorizamos una palabra, una frase, una línea o un versículo de la Palabra de Dios, es como implantar una poderosa partícula radioactiva de la misma mente de Dios en nuestros cerebros finitos. Cuando la repasamos o la escuchamos, penetra aún más en nuestra mente, y al aprenderla de memoria, desciende a las grietas y recovecos escondidos de nuestra alma. Al meditar en ella, comienza a enviar olas suaves y terapéuticas de influencia. Y, como enseñó el apóstol Pablo, somos transformados mediante la renovación de nuestra mente (Ro. 12:2). Por eso, el Señor nos manda en Proverbios 7:1,3: “… atesora mis mandamientos (…) escríbelos en la tabla de tu corazón”.
“Memorizar y meditar en las Escrituras es fundamental para una mente saludable, para todos los que le han entregado sus vidas a Jesucristo y han centrado sus pensamientos en él. La Santa Biblia no es solo un libro excelente; se encuentra en una clase totalmente distinta a los demás: un libro escrito por el Dios Creador, por medio de seres humanos guiados por el Espíritu Santo a la hora de escribir. Memorizar la Escritura nos proporciona: 1). Pensamientos más claros. 2). Carácter más estable. 3). Emociones más saludables. 4). Hábitos más puros. 5). Hogares más felices. 6). Un mayor respeto. 7). Un optimismo eterno. ¿Acaso no vale la pena dedicar cinco minutos al día a esta tarea?”
En un interesante Apéndice: Cómo memorizar por William Evans nos enriquece con unos pasos. Pero primero nos relata... “Hace años, Ruth Bell Graham (esposa de Billy Graham), citando un consejo de C.S. Lewis, me dijo que yo debería ser un lector de libros viejos. “Por cada libro nuevo que leas”, me aconsejó, “deberías leer uno viejo. Los libros viejos son los mejores. En esa época, la gente tenía tiempo de pensar en lo que escribía”. Un buen lugar para empezar es en la obra del prolífico autor William Evans, un maestro bíblico nacido en Inglaterra. Su ministerio abarcó la primera mitad del siglo XX, y se le conocía por su ministerio de seminarios bíblicos. De su libro clásico Cómo memorizar, incluimos esta sinopsis. (Aquí solo pondremos los títulos de cada capítulo). 1. La importancia de tener una buena memoria. 2. La necesidad de cultivar la memoria. 3. Las posibilidades de la memoria. 4. ¿Qué es la memoria? 5. Sugerencias preliminares para el entrenamiento de la memoria. 6. La atención o estabilidad de pensamiento. 7. Un concepto claro del tema a memorizar. 8. Cómo analizar lo que deseas memorizar. 9. Asociación sugerente. 10. El poder de recuperar de la memoria lo que aprendiste. 11. La práctica constante del repaso.
No nos resistimos a terminar este escrito sin añadir un ejemplo que cuenta William Evans: “El otro día, llegó una carta de un pastor de Michigan, que hablaba sobre el valor de saber de memoria las Escrituras. Un ateo de su ciudad había podido discutir con éxito con todos los pastores del lugar. Se gloriaba por haber podido vencer a los pastores en sus propios argumentos y porque ellos no habían podido convencerlo de la verdad de la Biblia. Sin embargo, al final, conoció a un rival digno. Era un joven estudiante que sabía gran parte de la Biblia de memoria, y a quien le habían enseñado el valor de entrenar la memoria. El ateo comentó: “Ese joven parece conocer cada página de la Biblia. Me citó un pasaje para cada objeción que hice. Ahora, estoy convencido de que estaba equivocado, y creo lo que antes ponía en duda. Es más, voy a pedirle a este joven que me enseñe más sobre la Biblia”.
E.V. Giró.