Sin ética no hay desarrollo

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Óscar A. RODRÍGUEZ  MADARIAGA.
Narcea S.A. de Ediciones. 2014. 87pp.

Este libro está compuesto por una serie de artículos  del autor que se publicaron en la revista mensual Mondo e Misione y su lectio doctoralis titulada “Para una ética del desarrollo”, leída con motivo de la concesión del grado de doctor honoris causa en la International Business and Development de la Facultad de Economía de la Universidad de Parma. El cardenal salesiano Rodríguez Madariaga es arzobispo de Tegucigalpa (Honduras), presidente de Caritas Internacional, Coordinador del Consejo de Cardenales. Ayuda al papa Francisco en el gobierno de la Iglesia Católica y en la reforma de la Curia. Ha realizado campañas por la defensa de los derechos humanos en Latinoamérica y por la condonación de la deuda.

El contenido  trata desde perspectivas diferentes, de la naturaleza del desafío que la Doctrina Social de la Iglesia católica debe recoger en relación con este nuevo modelo de orden social que es el capitalismo global de los últimos treinta años, como dice Stefano Zamagni en la introducción. Contiene solamente  seis capítulos en los que expone los temas siguientes:

a) La globalización en crisis,  en que explica las contradicciones en que está envuelta. Si por un lado hay una interconexión de las personas a nivel mundial por otro hay una desigualdad como nunca se había visto. Para demostrarlo aporta cifras que hieren la conciencia de las personas sensibles. “Solo en Estados Unidos, el año pasado se gastaron cincuenta mil millones de dólares en comida para mascotas, la misma cantidad que prometió el G8 a los países más pobres, promesa que hasta ahora no se ha mantenido”.  Sin embargo, en los últimos treinta años, la pobreza extrema en el mundo se ha reducido a la mitad.

b) Lecciones de un modelo fallido: ¿cuáles son estas lecciones? La primera es que la crisis de 2008, nos ha inducido a cuestionar una de los pilares de la globalización: el hecho de que el mercado sepa como gobernarse a sí mismo y que el modelo de capitalismo neoliberal sea la única respuesta. La segunda es que la economía mundial está todavía al borde de un colapso y que no hemos aprendido la lección. La tercera es que cada individuo tiene que ser solidario con los demás.

c) La crisis económica,  oportunidad de cambio. Este es un axioma que hemos oído mucho en los últimos seis años. Para el cardenal Rodríguez Madariaga la oportunidad sería para dar una forma a la globalización y que se pudiera beneficiar la mayoría y no solo los ricos y poderosos. El papel de la Iglesia en este asunto sería la justicia social por la promoción humana y el ejercicio de la koinonia.

d) Por una ética del desarrollo. Aquí dice algo que es bastante obvio pero que no podemos pasar por alto: “todas las grandes crisis económicas y políticas han estado siempre acompañadas por la supresión de ciertos principios así como de certezas que cimientan los valores, y de no ser capaces de distinguir las prioridades y el valor profundo de las cosas”. Este sería el diagnóstico actual, pero la solución ética se resume en tres valores fundamentales: mantenimiento de la vida, respeto y libertad.

e)  Un nuevo modelo de crecimiento. Para un modelo de “vida digna” hacen falta estos componentes: *Poner a disposición del mejor modo y de la manera más extensa posibles los medios que garantizan la subsistencia de todos los miembros de la sociedad. *Crear y mejorar las condiciones materiales de vida en relación con las necesidades percibidas.*Liberar a los hombres y mujeres de la esclavitud considerada opresiva.

f) La vida en el centro. Destaca algunos aspectos de la encíclica de Benedicto XVI Caritas in veritati, subrayando la frase que da título al capítulo “La apertura a la vida está en el centro  del verdadero desarrollo” con la exposición de la necesidad de un desarrollo humano.

Aunque de manera muy esquemática, dado el origen del contenido del libro, en líneas generales es una exposición muy interesante del mundo actual fruto de la experiencia del autor en temas sociales. No es alguien que escribe desde su torre de marfil, sino que conoce los problemas de nuestra sociedad, especialmente en América latina porque los ha vivido muy cerca y se ha involucrado en ellos.

Pedro Puigvert

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