Teología de la oración

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Marianne Schlosser.
Ediciones Sígueme, Salamanca. 2018. 285 pp.

Marianne Schlosser ha recibido el "Premio Ratzinger 2018". Es miembro de la Comisión Teológica Internacional y de la Comisión de estudio sobre el Diaconado de las mujeres. Desde 2004 es profesora y directora del departamento de Teología espiritual de la Facultad de teología católica de la Universidad de Viena. Está especializada en la espiritualidad de la patrística latina y de la Baja Edad Media.

Con gran acierto la autora nos desvela la intención del contenido en un sencillo prólogo, donde dice: "La ‘teología espiritual’ es la reflexión científica en torno a la ‘vida espiritual’, que en la comprensión cristiana es la vida desde el Espíritu de Jesucristo, ‘el Espíritu del Hijo’ (cf. Ro. 8). La oración personal como expresión de la relación con Dios, como ‘aliento de la fe’, constituye el centro de la vida espiritual. En consecuencia, al tema de la oración le corresponde un peso especial también en la reflexión teológica sobre esta vida. El presente volumen tiene su origen en la docencia universitaria y quiere ofrecer una ayuda para la enseñanza de esta materia o para el estudio personal. A esta obra se le ha añadido un apéndice con textos que siguen, por lo que respecta al contenido, la estructura del libro, de modo que lo mejor es leerlos en paralelo con este. La selección se ha realizado teniendo en cuenta asimismo que algunos textos no resultan fácilmente accesibles, bien por no estar vertidos a lenguas modernas, bien por estarlo solo en traducciones y ediciones ya antiguas. No persiguen solo transmitir conocimientos sobre la historia de la espiritualidad, sino también estimular a la reflexión por uno mismo; y quizás servir incluso de inspiración y aliento para orar".

Y luego en la introducción: "Si en la oración no se trata solo de un acto religioso del ser humano, sino de una suerte de ‘diálogo’ en el que alguien es invocado como ‘oyente’ -¡oír es un acto!-, entonces la clase y el contenido de la oración dependen sobre todo de quién sea Dios para el orante. Pablo prolonga expresamente esta línea argumentativa: ‘¿Cómo van a invocar a aquel en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él si no les ha sido anunciado?’ (Ro. 10:14). La oración es, en cierto modo, ‘fe en acto’: no sencillamente un acto entre otros actos, sino que ‘en él se concentra la totalidad de la relación con Dios’. También el contenido de aquello por lo que debe y puede orarse depende de quién sea Dios; así, únicamente se podrá apelar a la compasión divina o, en amarga queja, a su justicia, si Dios es misericordioso y justo. Asimismo, una acentuación unilateral de la cercanía de Dios o, a la inversa, de su trascendencia tiene repercusiones en la oración. Si la oración depende de en que Dios se crea, es evidente la gran importancia que para la oración cristiana tienen las Sagradas Escrituras del Nuevo y Antiguo Testamento, pues ellas contienen el testimonio de la revelación de Dios. Las Sagradas Escrituras son la fuente de la vida de oración, fuente en la que encontramos situaciones diversas, personas como modelos, textos oracionales bien compuestos e instrucciones alentadoras. Por otra parte, determinadas formas de expresión corporal encarnan la oración, de suerte que sirvan para designar el acto de orar y sus distintas ‘inflexiones’: ‘postrarse’ significa ‘adorar’), ‘elevar las manos a Yahvé’, ‘extender las manos’, ‘alzar los ojos’ o ‘estar ante Yahvé’ (como Elías y Abrahán)."

Sigue un equilibrado estudio con el siguiente Índice: I.- La oración en la Sagrada Escritura: respuesta del ser humano a la palabra de Dios. 1. La oración en las Escrituras de Israel. 2. La oración en el Nuevo Testamento. II.- La oración: Profundización sistemática. 1. La oración como petición y acción de gracias, alabanza y adoración. 2. Modos de realización. III.- La praxis de la oración personal. Observaciones previas. 1. El lugar (espacio). 2. El tiempo. 3.Posturas y gestos de oración. 4. "Recogimiento" y "estar recogido" (devoción). Apéndice: Textos sobre la oración y para la oración." Veamos unos cortos ejemplos: ‘La oración cristiana se basa e inspira en las grandes oraciones de la tradición bíblica. Así, los salmos, junto con los cánticos neotestamentarios y especialmente el padrenuestro, constituyen el contenido principal de la liturgia de las horas. La oración de los cristianos está conformada por la enseñanza y el ejemplo de Jesucristo y por la relación con él. La acción de gracias es, por una parte, respuesta a una petición escuchada o a un bien recibido (cf. Lc 17:11-19, donde Jesús se asombra del ‘olvido’ de los leprosos sanados: ¿’No quedaron limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Tan solo ha vuelto a dar gracias a Dios este extranjero?’). La acción de gracias está asociada, asimismo, con la alabanza: al plano más profundo de la gratitud se accede cuando una persona agradece que Dios sea como es. La importancia de la oración  de petición. Muchas escuelas filosóficas han considerado la oración de petición como indigna de Dios; y con no poca frecuencia se escucha la opinión de que la súplica es menos valiosa que la alabanza. Frente a ello, hemos de afirmar con claridad que el Nuevo Testamento no tiene a la oración de petición en baja estima; por el contrario, allí donde se habla de ‘orar’, la importancia de la ‘petición’ parece incluso primordial. De hecho la oración cristiana por antonomasia, el padrenuestro, está formada por peticiones. El ser humano puede pedir, debe pedir, y es alentado a ello expresamente por Jesús".

En algunas partes se dirige directamente al lector católico romano, y se hace patente que descansa en unos autores clave por su producción sobre el tema, como: v.g. Romano Guardini Das Bitten. "El mundo del Nuevo Testamento está colmado de la mentalidad de la oración y la petición: las palabras del Señor, sus parábolas, su propia actitud nos la acercan tanto que se nos antoja por entero natural; un asunto bello, ferviente, profundo, que brota por necesidad del ser. Pero si reflexionamos con más detenimiento y de la forma debida sobre las cosas cristianas, nos sentimos advertidos con creciente claridad del riesgo de aceptar fácilmente tal impresión de familiaridad y naturalidad; y sin cesar se pone de manifiesto que las cosas en apariencia evidentes no lo son en absoluto".

El estudio teológico de la oración es escaso en las teologías sistemáticas. Timothy Keller dice en su bibliografía seleccionada: "Juan Calvino. Institución de la religión cristiana. Libro Tercero, Capítulo XX. No hay nada como el manejo de Calvino de la oración. Pocas teologías sistemáticas han seguido a Calvino al incluir un capítulo importante sobre la oración. Calvino es tanto teológico como práctico, y como es usual, bastante completo. Esto es una rareza: una teología profunda con un tono elevado de espiritualidad y un sabor que hacen que el lector quiera orar." Y debemos dirigirnos a los diccionarios teológicos para hallar definiciones teológicas sobre la oración, con la limitación de espacio que ello comporta, a excepción de obras más extensas como son: Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich; Diccionario del Nuevo Testamento. vol.III. Loyhar Coenen, Erich Beyreuther y Hans Bietenhard; Teología del Nuevo Testamento. Joachin Jeremias. y su obra Abba. De entre la producción de nuestras editoriales, tuvimos que esperar a 1990 para tener el primer texto teológico sobre la oración, en la obra, a dúo de José M. Martínez y Pablo Martínez: Abba, Padre. Teología y Psicología de la oración, que luego en reediciones posteriores se separaron, y pasó a llamarse: Teología de la oración, José M. Martínez, obra que recomendamos leer junto con la de Marianne, y así enriquecer el estudio, ya que debemos reconocer que, el instrumento con que Dios se comunica con nosotros es el estudio de su palabra, y nosotros respondemos por medio de la oración, así se entabla el diálogo y la escucha con la ayuda del Espíritu Santo, como expresase con su rico lenguaje, Stuart Park en el prólogo del mencionado título Abba, Padre: "La palabra de Dios y la oración son las dos alas que, en perfecto equilibrio, permiten que el creyente vuele tan alto como el cielo y se mueva con soltura en el mundo de los hombres. En la primera escuchamos la voz de Dios; en la segunda hablamos con Dios. La vida espiritual en plenitud depende de una dedicación por igual a la lectura y a la oración. Mantener este equilibrio en un mundo confuso, inmersos en la complejidad de nuestra propia experiencia de la vida, es nuestro deber y privilegio".

E.V. Giró